Hace un mes, jamás imaginé que alcanzaría este hito. El primer día fue larguísimo; contaba cada minuto, cada segundo; no podía concentrarme en nada más que en contar el tiempo.
Y ahora, el último día ya va por 30 días completos. En 18 años de adicción, esta es la tercera o cuarta vez que logro este hito. Incluso ahora, sigo sintiendo síntomas de abstinencia. Cuanto más pienso en un mes completo, que será en 48 horas, más me ilumino y quiero sonreír.
Ha sido un mes muy difícil, podéis ver todos los detalles en mi revista.
Las dos primeras semanas son las más difíciles. Fue la primera semana la que se convirtió en una etapa difícil para mí, pues cada día experimentaba una serie de emociones que me hacían querer quedarme en la cama, llorar y desear que todo terminara.
Con el paso de los días, pensamientos brillantes comenzaron a invadir mi mente. ¿Qué puedo hacer para que mi vida brille con nuevos colores? Tengo mucho tiempo que antes dedicaba a la pornografía y a los videojuegos, y ahora sigo sin saber qué hacer con tanto tiempo libre. Empecé a leer mucho y a intentar salir al mundo. Al mismo tiempo, estoy trabajando con un psicólogo para resolver los problemas que estoy atravesando. No es el proceso más agradable, pero gracias a él, poco a poco me estoy liberando de mí mismo, de mi alma y de todo el peso que llevaba dentro.
Ayer alcancé otro hito. Reunimos a un grupo de diez personas, la mitad de las cuales no conocía. De vez en cuando, alguien salía, tomaba el micrófono y hablaba delante de todos. Entonces pensé: «Siento miedo e incomodidad cuando pienso que yo también quiero salir y contar algo». Y así, después de estar sentado diez minutos pensando (pensando demasiado en lugar de simplemente hacerlo), me levanté y tomé el micrófono. Me pareció extraño, inusual y sorprendente. Simplemente no sabía cómo sostener un micrófono correctamente. Y empecé a hablar. Titubeando, torpemente, pero empezó. Después de la primera actuación, me entusiasmé y quería más. Al cabo de un rato, volví a encender el micrófono. Con más confianza, empecé a contar historias por segunda vez delante de desconocidos que me miraban, escuchaban, comentaban y reían...
Ahora, sentado frente a mi computadora portátil y escribiendo sobre ayer, me siento orgulloso de mí mismo por haber superado mis miedos y no haber tenido miedo de enfrentarlos.
Deseo mucha suerte a todos aquellos que también están intentando salir de este oscuro atolladero, que no tiene nada bueno.