Editorial: Trastorno de juego en Internet: un camino hacia el consenso de evaluación (2019)

Front psychol. 2019; 10: 1822.

Publicado en línea 2019 Ago 6. doi 10.3389 / fpsyg.2019.01822

PMCID: PMC6691168

PMID: 31447748

Vasileios Stavropoulos,1,2, * Rapson gomez,3 y Frosso Motti-Stefanidi2

El uso de videojuegos, ya sea en línea o fuera de línea, ha aumentado significativamente, y casi de manera homogénea, en todo el mundo durante las últimas décadas (Anderson et al., 2017) La mayoría de los jugadores se han beneficiado de este rápido crecimiento, que tiene un efecto principalmente positivo en los dominios cognitivos, emocionales y sociales, así como en su bienestar general y funcionamiento cotidiano (Jones et al., 2014).

En este contexto, la expansión del mercado de los videojuegos ha generado inevitablemente beneficios significativos para la industria productora de juegos e incluso oportunidades de empleo para jugadores altamente calificados y / o experimentados (Zhang y Fung, 2014) Sin embargo, este progreso indudablemente significativo en el campo de los videojuegos ha estado acompañado de un inconveniente igualmente significativo para una considerable minoría de jugadores, que parecen haberse consumido en exceso por su participación en el juego (Stavropoulos et al., 2019a) El retraimiento social, el rendimiento académico y laboral reducido, así como el mayor riesgo de una variedad de comportamientos psicopatológicos que incluyen depresión, ansiedad, déficit de atención e hiperactividad e incluso manifestaciones antisociales se han relacionado con el juego excesivo (Stavropoulos et al., 2019b).

Estos resultados negativos han llevado a la adopción de varios términos y definiciones con el objetivo de conceptualizar el abuso del juego como una preocupación psicopatológica moderna (Kuss et al., 2017) A pesar de la heterogeneidad en los términos utilizados para describir el fenómeno, se hizo evidente la necesidad de reconocer la existencia de una entidad clínica distinta relacionada con el juego desordenado (Petry et al., 2014) Posteriormente, la necesidad de definir con precisión la línea fina entre los juegos desordenados y los adaptativos, para evitar patologizar el juego recreativo, se ha vuelto apremiante (Kardefelt-Winther et al., 2017) En esta línea, el desarrollo de límites claros de diagnóstico entre juegos desordenados y otras entidades clínicas, que permitirán el diagnóstico diferencial, surgió como un objetivo importante (Scerri et al., 2019).

La Asociación Americana de Psiquiatría en la 5 edición del Manual diagnóstico y estadístico para el trastorno mental (DSM-5; Asociación Americana de Psiquiatría, 2013) introdujo una clasificación provisional del Trastorno de juego en Internet (IGD) e invitó a los científicos a realizar más investigaciones sobre el tema. Además, la Organización Mundial de la Salud en la 11 edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11; Organización Mundial de la Salud, 2019) recientemente agregó el diagnóstico de Trastorno de juego (GD) en su sistema de clasificación. Estos desarrollos han contribuido significativamente a abordar estas necesidades.

Sin embargo, el acuerdo relativo en la definición del constructo que se ha logrado, que constituye un requisito necesario para la evaluación válida y confiable de los comportamientos de juego desordenados, no es suficiente (Stavropoulos et al., 2019a,b,c). Se requieren propiedades psicométricas adecuadas de las escalas utilizadas, para evaluar las clasificaciones de juegos desordenadas definidas oficialmente, para la estimación precisa y la comparabilidad entre países de las tasas de prevalencia e incidencia del síndrome (Gomez et al., 2018) Por lo tanto, es necesario el desarrollo de mediciones de diagnóstico válidas que puedan informar las prácticas / protocolos clínicos y de prevención del juego desordenado en diferentes poblaciones (Stavropoulos et al., 2018) Curiosamente, y a pesar del debate en curso, a menudo caótico y confuso, sobre la construcción del juego desordenado, se ha subrayado la necesidad de medidas sólidas para medirlo psicométricamente (Stavropoulos et al., 2018) En esa línea, se han realizado progresos significativos en lo que respecta a definir, comprender y confirmar: (a) La estructura dimensional del comportamiento; (b) Cómo se traducen los diferentes criterios y puntajes (invariancia métrica y escalar) entre poblaciones; (c) funcionamiento del criterio de diagnóstico diferencial (mediante el uso de la teoría de respuesta al ítem) y; (d) la estabilidad psicométrica de la medición de juego desordenada en el tiempo (Kuss et al., 2017; De Palo y col. 2018; Gómez y cols. 2018; Pontes y col. 2019; Stavropoulos y col. 2019c).

En este contexto, el objetivo del presente tema-tema especial es contribuir a las discusiones en curso sobre este fenómeno. Los estudios incluyeron muestras normativas utilizadas cultural y diversamente desde Irán (Lin y col.), EE.UU (Sprong y col.), Noruega (Finserås y col.), Italia (Vegni y col.), Grecia, Chipre y Australia (Hu y col.) Específico de género en línea (Lopez-Fernandez y col.) y los procedimientos de recopilación de datos cara a cara (Sprong y col.) se aplicaron, junto con varios modelos diferentes y metodologías analíticas que van desde el Análisis Factorial Confirmatorio (CFA); Hu y col.), Análisis de Mokken (Finserås y col.), Análisis de erupción (Lin y col.), Teoría de prueba clásica (Hu y col.), Regresiones complejas (Lopez-Fernandez y col.), y las directrices PRISMA para revisiones sistemáticas de la literatura (Costa y Kuss) Las escalas de juego desordenadas se evaluaron comparativamente (Lin y col.), a través de los géneros (Lopez-Fernandez y col.), mientras que se examinó el funcionamiento diferencial de los criterios de juego desordenados (Lin y col.; Sprong y col.; Finserås y col.).

Los hallazgos de este tema especial contribuyen a la literatura existente al arrojar luz sobre aspectos muy debatidos, pero importantes, de la evaluación y medición de conductas de juego desordenadas. Indicativamente: (a) la inclusión de la motivación del juego como parte inherente de la evaluación de los comportamientos de juego desordenados ha sido respaldada por Sprong y col.; (b) Se ha sugerido que los valores culturales de independencia, competitividad y jerarquía (en el contexto del individualismo vertical) confunden la evaluación del nivel experimentado de absorbancia de la actividad de juego (flujo en línea; Hu y col.); (c) se enfatizó la necesidad de un énfasis particular en las jugadoras y su evaluación especializada (Lopez-Fernandez y col.); (d) se ilustró un retraso considerable en el empleo de mediciones / evaluaciones consistentes en estudios de jugadores con trastornos clínicos diagnosticados (Costa y Kuss); y (e) las analogías con la aparición de conductas de juego entre los individuos más jóvenes se hicieron más claras en el contexto de la literatura más amplia (Vegni y col.).

Sin embargo, aún persisten desafíos en el campo de la evaluación del juego desordenado. Los académicos continúan en desacuerdo sobre la naturaleza del comportamiento (Kardefelt-Winther et al., 2017), todavía se emplean diferentes instrumentos que impiden la comparabilidad internacional (Costa y Kuss), mientras que el número de estudios de invariancia de medición, enfocarse en cuestiones particulares de invariancia escalar (si los mismos puntajes indican la misma gravedad) en poblaciones de diferentes géneros, cultivos y etapas de desarrollo (aunque en aumento) son raros (Stavropoulos et al., 2018, 2019c) La aplicación de metodologías psicométricas modernas como el análisis de redes, que ilustrarían la naturaleza de las asociaciones entre los diferentes criterios, está ausente; Si bien hay una escasez simultánea de estudios de invariancia de la teoría de respuesta al ítem para resaltar mejor el posible funcionamiento diagnóstico diferente de ciertos criterios en diferentes poblaciones (Gomez et al., 2018) En este contexto, nuestra conclusión es doble. Primero, independientemente del establecimiento o no de consenso en torno a la definición de juego desordenado como una construcción (Petry et al., 2014), evaluación y disciplina de medición con respecto a las definiciones introducidas oficialmente de DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013) y ICD-11 (Organización Mundial de la Salud, 2019) es esencial. Se espera que dicha disciplina garantice una mayor prevalencia y precisión de diagnóstico clínico en relación con los comportamientos de juego desordenados que se presentan a nivel mundial y mejore significativamente su diagnóstico eficiente. En segundo lugar, el importante progreso psicométrico e intercultural en el campo, especialmente después de la introducción de la definición IGD (American Psychiatric Association, 2013) y la expansión global de las escalas asociadas a IGD es imprescindible para ser reconocida y utilizada.

Todos los procedimientos realizados en el estudio que involucraron a participantes humanos estaban de acuerdo con los estándares éticos del comité de investigación institucional y / o nacional y con la declaración 1964 Helsinki y sus enmiendas posteriores o estándares éticos comparables. Este artículo no contiene ningún estudio con animales realizado por ninguno de los autores. Se obtuvo el consentimiento informado de todos los participantes individuales incluidos en el estudio.

Contribuciones de autor

VS y RG contribuyeron a la revisión de la literatura, la estructura y la secuencia de argumentos teóricos. FM-S contribuyó a la consolidación teórica del trabajo actual, revisó y editó el manuscrito final.

Declaracion de conflicto de interes

Los autores declaran que la investigación se llevó a cabo en ausencia de cualquier relación comercial o financiera que pudiera interpretarse como un posible conflicto de intereses.

Referencias

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