El papel de la dopamina en la toma de riesgos: una mirada específica a la enfermedad de Parkinson y al juego (2014)

Front Behav Neurosci. 2014 puede 30; 8: 196. doi: 10.3389 / fnbeh.2014.00196. eCollection 2014.

Este artículo ha sido citado por Otros artículos en PMC.

Resumen

Un modelo influyente sugiere que la dopamina señala la diferencia entre la recompensa prevista y la experimentada. De esta manera, la dopamina puede actuar como una señal de aprendizaje que puede moldear los comportamientos para maximizar las recompensas y evitar los castigos. También se piensa que la dopamina fortalece la conducta de búsqueda de recompensa. La pérdida de la señalización de la dopamina es la principal anomalía en la enfermedad de Parkinson. Los agonistas de la dopamina se han implicado en la aparición de trastornos de control de impulsos en los pacientes con enfermedad de Parkinson, los más comunes son el juego patológico, el comportamiento sexual compulsivo y la compra compulsiva. Recientemente, se han publicado varios estudios de imágenes funcionales que investigan trastornos de control de impulsos en la enfermedad de Parkinson. Aquí revisamos esta literatura e intentamos ubicarla dentro de un marco de toma de decisiones en el que se evalúan las ganancias y pérdidas potenciales para llegar a elecciones óptimas. También proporcionamos un modelo hipotético pero aún incompleto sobre el efecto del tratamiento con agonistas de la dopamina en estas evaluaciones de valor y riesgo. Dos de las principales estructuras cerebrales que se cree que están involucradas en el cálculo de los aspectos de la recompensa y la pérdida son el estriado ventral (VStr) y la ínsula, ambos sitios de proyección de dopamina. Ambas estructuras están consistentemente implicadas en los estudios de imágenes cerebrales funcionales del juego patológico en la enfermedad de Parkinson.

Palabras clave: trastornos del control de los impulsos, impulsividad, recompensa, aversión a la pérdida, ínsula, estriado ventral

El juego como desorden de recompensa y castigo.

El juego patológico puede ser conceptualizado como un desorden del procesamiento de recompensas y castigos, por el cual el jugador selecciona una oportunidad inmediata pero arriesgada para obtener dinero sobre la oportunidad más grande y más probable de ahorrar dinero (Ochoa et al., 2013). De hecho, el juego se suele conceptualizar como un trastorno de la impulsividad, en el que la toma de decisiones es precipitada y relativamente no influenciada por consecuencias futuras. Los jugadores patológicos demuestran una mayor impulsividad y un mayor retraso en el descuento en las medidas de laboratorio (Verdejo-Garcia et al., 2008). La combinación de un mayor comportamiento de búsqueda de recompensa con la insensibilidad a las consecuencias negativas puede explicar la persistencia del juego frente a las pérdidas monetarias generales (Vitaro et al., 1999; Petry 2001b; Cavedini et al. 2002). Este marco conceptual es similar al utilizado en la adicción a las drogas, donde es omnipresente buscar beneficios inmediatos y minimizar los riesgos potenciales. Las características distintivas de la adicción incluyen los antojos o las compulsiones, la pérdida de control y la participación continua en conductas que mantienen la adicción a pesar de las repetidas consecuencias negativas (American Psychiatric Association, 2000). De manera similar, el juego patológico puede denominarse una adicción conductual porque comparte muchas características comunes con la adicción a las drogas, como la compulsión y la pérdida de control sobre la conducta, así como la continuación de la conducta frente a las consecuencias negativas (Grant et al. Alabama., 2006; Buen hombre, 2008). Los jugadores patológicos exhiben antojos incontrolables, tolerancia, habituación y síntomas de abstinencia, similares a los de los drogadictos (Wray y Dickerson, 1981; Castellani y Rugle, 1995; Duvarci y Varan, 2000; Potenza et al. 2003). Además, tanto el juego patológico como el abuso de sustancias están asociados con los mismos rasgos específicos de personalidad, a saber, búsqueda de sensaciones e impulsividad (Zuckerman y Neeb, 1979; Castellani y Rugle, 1995), cuyo índice aumentó la excitación a los posibles beneficios y redujo el autocontrol y la función inhibitoria. La alta comorbilidad entre la dependencia de sustancias (drogas y alcohol) y el juego patológico (Petry, 2001a; Petry et al. 2005), y la evidencia de factores genéticos comunes, apunta a que los dos trastornos tienen etiologías superpuestas (Slutske et al., 2000; Buen hombre, 2008).

Un modelo útil considera que el aprendizaje de la recompensa y el castigo son componentes inherentes en el proceso de toma de decisiones. La toma de decisiones se puede desglosar en función de la probabilidad y el valor de la recompensa frente a los costos potenciales (p. Ej., Consecuencias negativas). Otros factores, como la ambigüedad y la varianza de los resultados (a veces referidos como riesgo) también afectan las opciones individuales (Huettel et al., 2006), pero aquí solo consideraremos las ganancias y pérdidas potenciales como determinantes de la toma de decisiones durante el juego. También tomaremos "riesgo" para significar la pérdida potencial asociada a cualquier elección. El riesgo, tal como se define, aumenta con la magnitud y la probabilidad de pérdidas potenciales. De hecho, la toma de riesgos puede verse como un indicador del equilibrio existente entre los cálculos de ganancias y pérdidas potenciales. Dos de las principales estructuras cerebrales que se cree que están involucradas en estos cálculos son el estriado ventral (VStr) y la ínsula, ambos sitios de proyección de dopamina. Ambos se han vinculado a cálculos de valor, siendo el VStr especialmente sensible para recompensar el error de predicción (RPE), codificando la anticipación de ganancia positivamente y la anticipación de pérdida negativamente (Rutledge et al., 2010; Bartra et al. 2013), y la ínsula que responde predominantemente a pérdidas y anticipación de pérdidas en algunos estudios (Knutson y Greer, 2008) o a los resultados positivos y negativos en otros (Campbell-Meiklejohn et al., 2008; Rutledge et al. 2010). El metanálisis de Bartra et al. (Figura (Figura 1) 1) sugiere que la ínsula codifica la excitación o la prominencia frente al valor, ya que responde positivamente tanto a las ganancias como a las pérdidas. Este metanálisis también plantea la posibilidad de un mayor papel para la ínsula en la evaluación del riesgo y las pérdidas que en las ganancias (compare los paneles A y B en la Figura Figura1) .1). La alteración del equilibrio entre estos sistemas de anticipación de ganancia y pérdida puede subyacer a los comportamientos de elección inapropiados que se producen en trastornos como la adicción, el juego y los trastornos de control de impulsos.

Figura 1 y XNUMX 

El metanálisis de los estudios de valor fMRI (tomado de Bartra et al., 2013). Los autores extrajeron las coordenadas de los picos de activación de 206, los estudios de RMf publicados que investigaron los cálculos de valores. (A) Significativo agrupamiento de respuestas positivas. (B) Significativo ...

Investigaciones recientes sugieren que las diferencias en la función cerebral, la estructura y la bioquímica están presentes en aquellos que desarrollan problemas de juego, siendo la dopamina un factor etiológico común. Los estudios de imagen han demostrado un aumento en la liberación de dopamina mesolímbica durante las tareas de juego en sujetos sanos (Thut et al., 1997; Zald et al. 2004; Hakyemez et al. 2008). Sin embargo, debe tenerse en cuenta que las tareas de recompensa impredecibles tienen la capacidad de causar una supresión y un aumento de la transmisión de dopamina en diferentes regiones del cuerpo estriado (Zald et al., 2004; Hakyemez et al. 2008). Investigaciones anteriores sobre jugadores patológicos sugirieron sistemas dopaminérgicos y noradrenérgicos alterados, como se encontró a través de una disminución en la concentración de dopamina y un aumento en los niveles de líquido cefalorraquídeo del ácido 3,4-dihidroxifenilacético y ácido homovanílico (Bergh et al. 1997). También se ha informado que los jugadores patológicos tienen niveles más altos de líquido cefalorraquídeo de 3-metoxi-4-hidroxifenilglicol, un metabolito principal de la norepinefrina, así como salidas urinarias significativamente mayores de norepinefrina en comparación con los controles (Roy et al., 1988), indicativo de una alteración funcional del sistema noradrenérgico. Además, hay evidencia de que los polimorfismos genéticos que afectan a la neurotransmisión dopaminérgica actúan como factores de riesgo para problemas de juego (Lobo y Kennedy, 2006).

Dopamina en refuerzo

La considerable evidencia de estudios en animales, que implican a la dopamina en el refuerzo del comportamiento, proporciona un sustrato neurobiológico que podría abarcar el procesamiento de recompensas naturales, como la comida y el sexo, así como las drogas de abuso y el juego patológico (Di Chiara y Imperato, 1988; Sabio y Rompre, 1989; Sabio, 1996, 2013). Las observaciones de Schultz y otros (Schultz et al., 1998; Schultz, 2002) confirmó un papel para las neuronas de dopamina en respuesta a recompensas; sin embargo, el modelo actual de señalización de dopamina se puede rastrear hasta un artículo seminal de Montague, Dayan y Schultz (Schultz et al., 1997), donde se argumentó que el patrón de activación de las neuronas de dopamina no era señal de recompensa per se, pero una señal de RPE, similar a las utilizadas en el aprendizaje automático. Este hallazgo, junto con la evidencia de que la dopamina podría modular la plasticidad sináptica (Calabresi et al., 2007; Surmeier et al. 2010llevó a la teoría de que la dopamina actúa como una señal de aprendizaje (o refuerzo) que da forma al comportamiento motivado futuro. Investigaciones posteriores han demostrado que la dopamina también puede codificar predicciones sobre las próximas recompensas y la tasa de recompensa, actuando así como una señal de valor en las vías dopaminérgicas mesocórticas y mesolímbicas (Montague y Berns, 2002).

El principal sitio de proyección de las neuronas de dopamina es el estriado, cuya conectividad con la corteza frontal, límbica e insular, proporciona un mecanismo por el cual la dopamina puede actuar como una señal de error de predicción que impulsa el aprendizaje "Go", que se relaciona con las acciones con resultados positivos, y " No ir "o aprendizaje de evitación, que se relaciona con acciones que conducen a un castigo o una ausencia de recompensa. Primero, la señalización de dopamina opera en dos modos (Gracia, 2000): la liberación lenta y constante de dopamina regula los niveles tónicos, que en su mayoría son señales a través de la dopamina D2 receptores en las neuronas espinosas del medio estriado; Las ráfagas fásicas de cocción de dopamina conducen a grandes aumentos en la dopamina sináptica que señalizan tanto a través de la D1 y D2 sistemas receptores re1 Los receptores tienen una baja afinidad por la dopamina (Marcellino et al., 2012) y solo responden a grandes aumentos en la dopamina sináptica liberada durante las explosiones fásicas de neuronas de dopamina que reflejan RPE positivos, apoyando el aprendizaje para acercarse a estímulos gratificantes (Frank, 2005). Dopamina D2 Por otro lado, los receptores tienen una mayor afinidad por la dopamina, lo que les permite responder a la señalización tónica de la dopamina y detectar reducciones transitorias en los niveles tónicos de dopamina que siguen a las pausas en la activación de las neuronas de la dopamina durante los RPE negativos. Esto facilita el aprendizaje para evitar resultados negativos (Frank, 2005). El sistema córtico-estriado se puede dividir en una vía directa e indirecta (Figura (Figura 2), 2), que tienen efectos opuestos en el tálamo y por lo tanto en la corteza (Albin et al., 1989). En el estriado dorsal, los receptores están segregados, con la D1 receptores dentro de la vía directa, relacionados con la selección de acciones, mientras que la D2 los receptores controlan la inhibición de la respuesta dentro de la vía indirecta (Mink, 1996). Esta separación permite que la dopamina conduzca tanto a la recompensa (los aumentos en la señal de dopamina son mejores que los esperados) y al castigo (las reducciones en la dopamina tónica indican un resultado peor que el esperado). Frank propuso un modelo en el que las explosiones de dopamina fásicas después de las recompensas promueven el refuerzo positivo, mientras que las reducciones en los niveles tónicos de dopamina conducen a un refuerzo negativo, cada uno controlado por la D1/ vía directa y la D2/ vía indirecta, respectivamente (Cohen y Frank, 2009). Este modelo computacional sugiere que la señal de dopamina RPE promueve el aprendizaje a partir de resultados positivos a través de la estimulación de D1 receptores, mientras que el aprendizaje para evitar resultados negativos está mediado a través de la desinhibición de las neuronas del estriado de la vía indirecta secundaria a una reducción de D2 estimulación del receptor durante las pausas de dopamina (Cohen y Frank, 2009). Un resultado negativo (el castigo o la falta de una recompensa esperada) lleva a una pausa en el disparo de las neuronas de dopamina, que luego conduce a una reducción transitoria de la dopamina tónica. También hay que señalar que D2 la estimulación del receptor reduce la excitabilidad de las neuronas en la vía indirecta (Hernández-López et al., 2000), por lo tanto, reducciones en D2 La señalización del receptor tiene el efecto de activar la ruta inhibitoria "No Go". Esto permite la señalización de refuerzo positivo y negativo bidireccional por las neuronas de dopamina. El apoyo para este modelo ha sido proporcionado por numerosos experimentos. Los pacientes con enfermedad de Parkinson muestran un aprendizaje positivo mejorado cuando toman sus medicamentos, pero mejoraron el aprendizaje negativo mientras no toman medicamentos (Frank et al., 2004). Las manipulaciones farmacológicas también apoyan el modelo (Frank y O'Reilly, 2006; Pizzagalli et al. 2008). La liberación estriatal de dopamina está relacionada con el aprendizaje asociativo y la formación de hábitos a través del control de la plasticidad sináptica corticostriatal, que se ve afectada de manera opuesta por D1 y D2 señalización (Shen et al., 2008). re1 la señalización del receptor de dopamina promueve la potenciación a largo plazo (Reynolds et al., 2001; Calabresi et al. 2007), mientras que D2 la señalización del receptor promueve la depresión a largo plazo (Gerdeman et al., 2002; Kreitzer y Malenka, 2007). Tenga en cuenta que este modelo se ha probado más a fondo a nivel del cuerpo estriado. El análisis multivariado de los datos de fMRI muestra que las señales de refuerzo y castigo son omnipresentes en el cerebro, especialmente en la corteza frontal y el cuerpo estriado (Vickery et al., 2011). Se sabe menos acerca de la información señalada por las proyecciones de dopamina a áreas cerebrales distintas del cuerpo estriado, como la corteza frontal, la ínsula, el hipocampo y la amígdala, o cómo estas señales utilizan la señal de RPE.

Figura 2 y XNUMX 

Modelo de ganglios basales. Un posible modelo mediante el cual los ganglios basales calculan la utilidad de las ganancias y pérdidas a través de dos vías segregadas en el circuito corticostriato-talamocortical. Las neuronas de salida del estriado de la vía directa expresan los receptores D1 y proyectan ...

Estriado y recompensa monetaria.

En estudios de neuroimagen funcional en humanos, los cambios en la activación cerebral se han demostrado de manera consistente en respuesta a recompensas monetarias (Thut et al., 1997; Elliott et al. 2000; Knutson y otros, 2000; Breiter et al. 2001; O'Doherty et al. 2007). Además, los estudios han separado las diferentes áreas del cerebro involucradas en los diversos componentes de la recompensa monetaria, como la anticipación, la retroalimentación, ganar y perder. Parece que hay una especialización dentro de los sitios de proyección de dopamina en relación con la recompensa monetaria: la anticipación de la recompensa monetaria aumenta la activación en la VStr, que incluye el núcleo accumbens, mientras que los resultados gratificantes aumentan la activación en la corteza ventral prefrontal medial, el estriado dorsal y la cingulada posterior , con desactivación en las regiones mencionadas anteriormente durante la omisión de la recompensa (Elliott et al., 2000; Breiter et al. 2001; Knutson y otros, 2001b; Tricomi et al. 2004). Los experimentos de neuroimagen en humanos sugieren que la actividad de VStr se correlaciona fuertemente con el valor esperado, así como con la magnitud y la probabilidad (Breiter et al., 2001; Knutson y otros, 2001a, 2005; Abler et al. 2006; Yacubian et al. 2006; Rolls et al. 2008). Trabajo de D'Ardenne et al. (2008) apoya un papel para el sistema de dopamina mesolímbico en la señalización monetaria de RPE. La activación del área tegmental ventral, el origen del circuito de dopamina mesolímbico, reflejó RPE positivos, mientras que el VStr codificó los RPE positivos y negativos. Del mismo modo, Tom et al. (2007) mostró que la actividad de VStr reflejaba ganancias y pérdidas monetarias potenciales de forma bidireccional Este estudio también demostró que estas señales neuronales reflejaban variaciones individuales en la aversión a la pérdida, la tendencia a que las pérdidas sean más impactantes que las ganancias potenciales. Finalmente, el modelo influyente actor-crítico (Sutton y Barto, 1998) propone que el VStr utiliza errores de predicción para actualizar la información sobre las recompensas futuras esperadas, mientras que el cuerpo estriado dorsal usa esta misma señal de error de predicción para codificar información sobre las acciones que pueden conducir a la recompensa. Esta distinción ha encontrado el apoyo de los experimentos fMRI (O'Doherty et al., 2004; Kahnt et al. 2009). Curiosamente, se demostró que la capacidad para actualizar el comportamiento en respuesta al RPE se correlaciona con la conectividad funcional entre el cuerpo estriado dorsal y el cerebro medio dopaminérgico (Kahnt et al., 2009). Los estudios de imagen mencionados aquí apoyan la teoría de la dopamina como una señal de RPE, al menos en su proyección del cuerpo estriado.

Insula y riesgo

La ínsula se activa frecuentemente en experimentos de neuroimagen funcional (Duncan y Owen, 2000; Yarkoni et al. 2011). Funcionalmente se puede dividir en tres subregiones distintas: una región ventroanterior asociada con quimiosensorial (Pritchard et al., 1999) y el procesamiento socioemocional (Sanfey et al., 2003; Chang y Sanfey, 2009), una región dorsoanterior asociada con un procesamiento cognitivo superior (Eckert et al., 2009), y una región posterior asociada con el dolor y el procesamiento sensoriomotor (Craig, 2002; Wager et al. 2004). Diferentes áreas insulares funcionales se proyectan a diferentes objetivos estriatales: el VStr recibe proyecciones insulares relacionadas principalmente con la comida y la recompensa, mientras que el estriado dorsolateral recibe insumos insulares relacionados con la somatosensación (Chikama et al., 1997).

La corteza insular está involucrada en los procesos de toma de decisiones que involucran riesgos y recompensas inciertos. Específicamente, los estudios de resonancia magnética nuclear han informado la participación de la corteza insular en decisiones adversas al riesgo (Kuhnen y Knutson, 2005), evitación de riesgos y la representación de la predicción de pérdida (Paulus et al., 2003), incertidumbre monetaria (Critchley et al., 2001), y la codificación de un error de predicción de riesgo (Preuschoff et al., 2008). Los pacientes con daño en la corteza insular colocan apuestas más altas en comparación con participantes sanos y sus apuestas son menos sensibles a las probabilidades de ganar, con apuestas altas incluso con probabilidades desfavorables (Clark et al., 2008). Otra investigación sugiere que las decisiones óptimas que involucran riesgo dependen de la integridad de la corteza insular, lo que demuestra que los pacientes con lesión de la ínsula han alterado la toma de decisiones que involucra tanto ganancias riesgosas como pérdidas riesgosas (Weller et al., 2009) (Sin embargo, ver Christopoulos et al., 2009). Específicamente, el daño de la ínsula se asoció con una relativa insensibilidad a las diferencias de valor esperadas entre las elecciones. Investigaciones anteriores han demostrado que existe una disociación entre la ínsula y VStr, con la activación de VStr que precede a las opciones de búsqueda de riesgo, y la activación de la ínsula anterior predice las elecciones adversas al riesgo (Kuhnen y Knutson, 2005) sugiriendo que el VStr representa la predicción de ganancia (Knutson et al., 2001a), mientras que la ínsula anterior representa la predicción de pérdida (Paulus et al., 2003). Mientras que los estudios de imagen también demuestran un papel más general de la ínsula anterior en la señalización de la valencia (positiva o negativa) de recompensas potenciales (Litt et al., 2011; Bartra et al. 2013) los datos de la lesión argumentan que la corteza insular anterior tiene un papel en la evaluación del riesgo, específicamente en la toma de decisiones adversas al riesgo. De hecho, en sujetos sanos, la ínsula es parte de una red de valor que parece rastrear pérdidas potenciales de una manera que se correlaciona con el nivel de aversión a la pérdida individual (Canessa et al., 2013). Es posible que un desequilibrio entre el circuito prefrontal-estriado y el circuito insular-estriado pueda llevar a opciones subóptimas al sopesar las ganancias y pérdidas potenciales, como se observa en los jugadores patológicos (Petry, 2001a; Goudriaan et al. 2005).

Juego patológico en pacientes con enfermedad de Parkinson

El juego patológico se informó por primera vez en el contexto de la enfermedad de Parkinson y la terapia de reemplazo de dopamina en 2000 (Molina et al., 2000). La prevalencia de vida del juego patológico en el público en general es de aproximadamente 0.9 a 2.5% (Shaffer et al., 1999). En la enfermedad de Parkinson, las tasas de prevalencia son más altas, de 1.7 a 6.1% (Ambermoon et al., 2011; Callesen et al. 2013). Los factores de riesgo asociados con la aparición de juegos de azar patológicos en la enfermedad de Parkinson son la edad temprana del inicio de la enfermedad de Parkinson, un historial personal o familiar de abuso de drogas o alcohol, depresión y una impulsividad relativamente alta y puntuaciones de personalidad en busca de novedad (Voon et al., 2007b). Curiosamente, estos son similares a los factores de riesgo para la adicción a las drogas y el juego patológico en la población general. Además, ha habido informes de adicción a la L-dopa en ciertos pacientes (por ejemplo, Giovannoni et al., 2000), un fenómeno que ya se había notado en los 1980. Quizás fue inicialmente sorprendente descubrir que los pacientes con enfermedad de Parkinson pueden volverse adictos a su propia medicación o desarrollar adicciones de comportamiento porque se pensaba que no poseían el tipo de personalidad típico de los individuos adictos. En general, se los describe como laboriosos, puntuales, inflexibles, cautelosos, rígidos, introvertidos, de mal genio, con falta de impulsividad y búsqueda de novedades, y tienen bajos riesgos en la vida para fumar cigarrillos, tomar café y consumir alcohol antes del inicio de la enfermedad de Parkinson ( Menza et al. 1993; Menza 2000).

La terapia de reemplazo de dopamina se ha implicado en el desarrollo del juego patológico en la enfermedad de Parkinson (Gschwandtner et al., 2001; Dodd et al. 2005) y típicamente se observa una remisión o reducción del juego patológico después de la reducción o el cese de la medicación agonista de la dopamina (Gschwandtner et al., 2001; Dodd et al. 2005). Un conjunto más amplio de adicciones conductuales denominadas trastornos de control de impulsos, que incluyen, entre otros, el juego patológico, el comportamiento sexual compulsivo y la compra compulsiva, se han reportado en asociación con la terapia de reemplazo de dopamina (Weintraub et al., 2006; Voon et al. 2007a; Dagher y Robbins, 2009). Los agonistas de la dopamina (pramipexol, ropinirol y pergolida) parecen presentar un mayor riesgo que la monoterapia con L-Dopa (Seedat et al., 2000; Dodd et al. 2005; Pontone et al. 2006). Reducir el agonista de la dopamina y aumentar la L-Dopa para lograr la misma respuesta motora abolió el juego patológico en los individuos afectados (Mamikonyan et al., 2008), mientras que un estudio transversal de más de 3000 en pacientes con enfermedad de Parkinson encontró que tomar un agonista de la dopamina aumentaba las probabilidades de desarrollar un trastorno de control de impulsos por 2.72 (Weintraub et al., 2010). Finalmente, estos efectos secundarios de la terapia con agonistas de la dopamina se han observado recientemente en otras enfermedades, como el síndrome de piernas inquietas, la fibromialgia y los prolactinomas (Davie, 2007; Driver-Dunckley et al. 2007; Caída rápida y Suchowersky, 2007; Tippmann-Peikert y otros, 2007; Falhammar y Yarker, 2009; Holman, 2009). Sin embargo, debe observarse que algunos estudios han reportado adicciones de comportamiento y / o impulsividad y compulsividad en asociación con dosis altas de monoterapia con L-Dopa (Molina et al., 2000), estimulación cerebral profunda para la enfermedad de Parkinson (Smeding et al., 2007), y en pacientes sin enfermedad de Parkinson (Antonini et al., 2011), todo en ausencia de agonistas de la dopamina. No obstante, la evidencia clínica apoya de manera abrumadora la teoría de que el agonismo de la dopamina en la D2 La familia de receptores es suficiente para causar trastornos de control de impulsos.

Estudios de imagen cerebral

Imágenes de neurotransmisores

La tomografía por emisión de positrones (PET) permite que los cambios en los niveles endógenos de dopamina se infieran a partir de los cambios en la unión de la [11C] raclopride a la dopamina D2 receptores El primero [11C] El estudio de la PET con racloprida en esta área se realizó en pacientes con Parkinson con síndrome de desregulación de la dopamina. El síndrome de desregulación de la dopamina se caracteriza por la toma compulsiva de fármacos dopaminérgicos, que a menudo es comórbido con trastornos del control de los impulsos (Lawrence et al., 2003). Los pacientes con síndrome de desregulación de la dopamina mostraron una liberación de dopamina VStr inducida por L-Dopa mejorada en comparación con pacientes de la enfermedad de Parkinson tratados de manera similar que no toman medicamentos dopaminérgicos de forma compulsiva (Evans et al., 2006). Este fue el primer estudio que proporcionó evidencia de la sensibilización de los circuitos de dopamina mesolímbica en pacientes con enfermedad de Parkinson propensos al uso compulsivo de drogas. Estudios posteriores han apoyado un estado hiperdopaminérgico relativo en pacientes con enfermedad de Parkinson con juego patológico. Tres estudios que cartografían la concentración de los transportadores de recaptación de dopamina (DAT) han mostrado niveles reducidos en la VStr de pacientes con enfermedad de Parkinson con trastornos del control de impulsos en comparación con pacientes no afectados (Cilia et al., 2010; Lee et al. 2014; Voon et al. 2014). Desafortunadamente, el hallazgo no es específico, ya que la concentración reducida de DAT puede indexar los terminales nerviosos reducidos (y la señalización de dopamina reducida) o la expresión reducida de DAT (y, por lo tanto, los niveles tónicos de dopamina aumentados). Apoyando esta última hipótesis, los pacientes con control de impulsos muestran reducción [11C] unión de racloprida en el VStr en comparación con los controles de Parkinson (Steeves et al., 2009), que también es consistente con la dopamina tónica elevada en este grupo. Tenga en cuenta, sin embargo, que este resultado no se pudo replicar en un estudio similar (O'Sullivan et al., 2011).

Sin embargo, estos dos [11C] estudios de PET con racloprida informaron una mayor reducción del potencial de unión de VStr (un índice de liberación de dopamina) durante el juego (Steeves et al., 2009) y siguiendo la exposición a la señal relacionada con la recompensa (imágenes de comida, dinero, sexo) en comparación con señales neutrales (O'Sullivan et al., 2011) en pacientes con enfermedad de Parkinson con trastornos del control de impulsos en comparación con pacientes no afectados. Esto sugiere una mayor capacidad de respuesta de los circuitos de recompensa estriatal a las señales relacionadas con el juego y la recompensa en aquellos pacientes con trastornos del control de impulsos. En O'Sullivan et al. (2011) la liberación de dopamina solo se detectó en la VStr y solo cuando los sujetos recibieron una dosis de L-Dopa oral justo antes de la exploración, de acuerdo con los datos post mortem en la enfermedad de Parkinson que muestran que los niveles de dopamina en el cerebro son mucho más bajos en dorsal que en VStr (Kish et al. Alabama., 1988). Estos resultados son, por lo tanto, consistentes con la hipótesis de sensibilización propuesta por Evans et al. (2006). Más recientemente, se informó que los pacientes con enfermedad de Parkinson con juego patológico tienen una concentración reducida de autorreceptores de dopamina en el cerebro medio (Ray et al., 2012), que se sabe que se correlaciona con una elevada capacidad de respuesta dopaminérgica y una mayor impulsividad (Buckholtz et al., 2010). Finalmente, en pacientes con enfermedad de Parkinson, la capacidad de síntesis de dopamina, medida por [18F] DOPA PET, se correlaciona con una medida de personalidad de desinhibición, un factor de riesgo para el juego patológico y otras adicciones (Lawrence et al., 2013). En resumen, los estudios PET brindan pruebas convergentes de un aumento del tono dopaminérgico y una mayor respuesta de la dopamina para recompensar las señales como la vulnerabilidad subyacente en los pacientes con enfermedad de Parkinson que desarrollan juegos de azar patológicos durante el tratamiento con agonistas de la dopamina.

Imagen de resonancia magnética funcional

Los pacientes con enfermedad de Parkinson con juego patológico muestran respuestas hemodinámicas mejoradas a señales visuales relacionadas con el juego en la corteza cingulada anterior bilateral, VStr izquierda, precuneus derecha y corteza prefrontal medial (Frosini et al., 2010). Esto está en línea con experimentos similares en el juego patológico sin la enfermedad de Parkinson (Crockford et al., 2005; Ko et al. 2009) y la adicción a las drogas (Wexler et al., 2001), apoyando la opinión de que los trastornos del control de impulsos en la enfermedad de Parkinson pueden conceptualizarse como adicciones de comportamiento.

Los pacientes con enfermedad de Parkinson con un trastorno de control de impulsos muestran una actividad BOLD disminuida en la VStr derecha durante la asunción de riesgos y reducen significativamente el flujo sanguíneo cerebral en reposo en la VStr derecha en comparación con sus contrapartes de enfermedades sanas (Rao et al., 2010). De manera similar, se encontró que los pacientes con enfermedad de Parkinson con trastornos del control de los impulsos mostraron un sesgo hacia los juegos de riesgo en comparación con los pacientes de control, y que los agonistas de la dopamina aumentaron la toma de riesgos y disminuyeron la actividad de VStr (Voon et al., 2011). Los autores sugirieron que los agonistas de la dopamina pueden desacoplar la actividad cerebral de la información de riesgo en pacientes vulnerables, favoreciendo así las elecciones arriesgadas. Otro estudio de resonancia magnética nuclear informó que, en relación con los controles de Parkinson, el trastorno de control de impulsos, los pacientes de Parkinson habían disminuido las señales de RPE insular anterior y de la corteza orbitofrontal. También mostraron que los agonistas de la dopamina aumentaron la tasa de aprendizaje a partir de los resultados de ganancia, y el aumento de la actividad del EPR estriatal, lo que sugiere que los agonistas de la dopamina pueden sesgar la actividad neuronal para codificar resultados "mejores de lo esperado" en pacientes con enfermedad de Parkinson susceptibles a trastornos de control de impulsos (Voon et al ., 2010).

Si bien las diferencias en la señalización de dopamina estriatal pueden distinguir a los pacientes con enfermedad de Parkinson que desarrollan y no desarrollan un juego patológico, el mecanismo de acción por el cual los agonistas de la dopamina cambian la evaluación del riesgo sigue sin estar claro. Los agonistas de la dopamina cambian la forma en que los cerebros de individuos sanos responden a la anticipación y retroalimentación de las recompensas. Durante la retroalimentación de la recompensa, la administración de una dosis única de pramipexol a adultos sanos causó una disminución de la actividad de VStr en un juego de lotería (Riba et al., 2008). Del mismo modo, se redujo la activación de VStr cuando los pacientes de Parkinson recibieron una dosis de L-Dopa en comparación con el placebo (Cools et al., 2007). Este patrón de hipoactivación recuerda al encontrado en jugadores patológicos sin enfermedad de Parkinson (Reuter et al., 2005): durante una tarea de juego simulado, los jugadores patológicos mostraron una activación disminuida con respecto a los controles en la corteza prefrontal ventromedial y la VStr. La gravedad de los juegos de azar se correlacionó negativamente con el efecto BOLD en el VStr y la corteza prefrontal ventromedial, lo que sugiere que la hipoactividad es un factor predictivo de la gravedad del juego. Como se mencionó anteriormente, se encontró que los pacientes con Parkinson con trastorno de control de impulsos tenían una perfusión en reposo disminuida, así como una actividad BOLD disminuida durante la toma de riesgos en el VStr en comparación con los controles de Parkinson (Rao et al., 2010). Estos estudios sugieren que los agonistas de la dopamina hacen que los individuos busquen recompensas y tomen decisiones riesgosas (Riba et al., 2008), ante la respuesta VStr suprimida a las recompensas.

Sin embargo, se debe tener en cuenta que la activación reducida de VStr en los experimentos con fMRI no necesariamente indica una señalización dopaminérgica reducida. Existe evidencia que respalda la señalización de dopamina mesolímbica relativamente reservada como factor de riesgo para el juego patológico en la enfermedad de Parkinson. Primero, la toma repetida de un medicamento dopaminérgico para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson podría conducir a la sensibilización de la señalización de la dopamina. Se ha demostrado la sensibilización de VStr después de la administración repetida de anfetamina en humanos (Boileau et al., 2006). Además, en la enfermedad de Parkinson, la porción ventral del estriado se libra relativamente de la enfermedad en comparación con las áreas dorsales (Kish et al., 1988), y por lo tanto la terapia de reemplazo de dopamina, mientras corrige la deficiencia de dopamina en el estriado dorsal a niveles normales, tiene el potencial de elevar los niveles de dopamina en el circuito VStr a niveles más altos que los óptimos (Cools et al., 2007). Esta teoría de la "sobredosis" fue propuesta por primera vez por Gotham et al. (1988) para explicar el hecho de que la administración de L-Dopa a pacientes con enfermedad de Parkinson, al mismo tiempo que mejora algunos déficits cognitivos, también podría causar deficiencias específicas en otras tareas cognitivas fronto-estriadas. En el caso de los trastornos de control de impulsos, proponemos que la estimulación dopaminérgica excesiva en el VStr oscurece las caídas en la señalización de dopamina relacionada con los errores de predicción negativos.

La ínsula también se ha implicado en estudios de imágenes de juego patológico en la enfermedad de Parkinson. En un estudio fMRI, Ye et al. (2010) encontró que durante la anticipación de las recompensas monetarias, una dosis única de pramipexol (en comparación con el placebo) aumentó la actividad de la VStr, mejoró la interacción entre la VStr y la ínsula anterior, pero debilitó la interacción entre la VStr y la corteza prefrontal, conduciendo a una mayor impulsividad. Cilia et al. (2008) encontraron que los pacientes de Parkinson con juego patológico mostraron una actividad excesiva en reposo en áreas del cerebro en la red mesocorticolímbica, incluida la ínsula. En un estudio de resonancia magnética magnética, en relación con los controles de Parkinson, los pacientes con trastorno de control de impulsos tenían una actividad de la corteza orbitofrontal insular anterior y disminuida (van Eimeren et al., 2009; Voon et al. 2010). Finalmente, en un estudio de pacientes con enfermedad de Parkinson con y sin hipersexualidad, una dosis única de L-Dopa abolió la desactivación insular normal observada en respuesta a las imágenes eróticas, solo en pacientes hipersexuales (Politis et al., 2013). En conjunto, estos resultados pueden sugerir un desequilibrio entre la conectividad prefrontal-estriado y la conectividad aislamiento-estriado, lo que favorece la influencia de las ganancias potenciales sobre la de los riesgos potenciales (pérdidas) en la toma de decisiones.

Toma de riesgos y aversión a la pérdida.

Un marco influyente para estudiar la toma de decisiones de riesgo es la teoría de la perspectiva, desarrollada por Kahneman y Tversky (1979). Un hallazgo clave de su trabajo es la aversión a las pérdidas, una tendencia a que las pérdidas tengan un tamaño mayor que las ganancias potenciales, y para que las personas generalmente renuncien a las opciones arriesgadas cuando existen alternativas menos valiosas y más seguras. Por ejemplo, la mayoría de las personas rechazarán la oferta de un lanzamiento de moneda a menos que la ganancia potencial sea considerablemente mayor que la pérdida potencial. La impulsividad, al menos en un contexto de juego, se puede caracterizar como una reversión de la aversión a la pérdida y un exceso de ponderación de las recompensas potenciales en relación con las pérdidas. Queda por verse si la aversión a la pérdida resulta de una ponderación asimétrica de las ganancias y pérdidas a lo largo de un eje de valor único (Tom et al., 2007), o de una interacción competitiva entre sistemas separados para ganancias y pérdidas (Kuhnen y Knutson, 2005; De Martino et al. 2010). Posiblemente, ambos modelos son correctos: evidencia reciente de fMRI (Canessa et al., 2013) muestra respuestas bidireccionales a pérdidas y ganancias en la corteza prefrontal ventral y ventromedial (ganancias positivas) y la amígdala y la ínsula (pérdidas positivas). En ambos casos, existe una mayor activación de las pérdidas potenciales, que se correlaciona con la aversión a la pérdida individual medida con la teoría de la perspectiva (Kahneman y Tversky, 1979). Sin embargo, también hay regiones cerebrales que responden únicamente a pérdidas potenciales, a saber, la ínsula derecha y la amígdala, lo que refleja una vez más la variación individual en la aversión a la pérdida (Canessa et al., 2013). En resumen, una red de regiones centradas en VStr, la ínsula y la amígdala parece computar la anticipación de pérdidas y ganancias de una manera que generalmente resulta en una aversión a la pérdida. Es interesante que estas estructuras, junto con el cingulado anterior dorsal, forman una red de conectividad intrínseca identificada por el estado de reposo fMRI. Se piensa que esta red está involucrada en la detección y procesamiento de eventos emocionalmente salientes (Seeley et al., 2007).

La aversión a la pérdida se puede explicar sobre una base emocional, con ganancias y pérdidas potenciales que influyen en el comportamiento a través de diferentes emociones (Loewenstein et al., 2001), es decir, la motivación en el lado de la ganancia y la ansiedad por las pérdidas. Tal modelo podría vincular el primero con el núcleo accumbens y el segundo con la amígdala y la ínsula. En cualquier caso, es concebible que los individuos que son relativamente menos reacios a la pérdida también puedan estar en riesgo de comportamientos impulsivos como la adicción a las drogas y los juegos de azar, debido a la relativa baja valoración de las pérdidas, aunque sorprendentemente esto todavía no se ha probado formalmente.

Hay algunas pruebas que implican al estriado en la reversión de la aversión a la pérdida normal en jugadores patológicos. La pérdida de neuronas de dopamina del estriado en la enfermedad de Parkinson se asocia con una reducción del comportamiento de riesgo en comparación con los sujetos de control (Brand et al., 2004; Labudda et al. 2010), mientras que la administración crónica de agonistas de la dopamina, especialmente en dosis altas, revierte esta tendencia y promueve conductas de riesgo e impulsividad (Dagher y Robbins, 2009). En el cerebro sano, administración aguda de D2 los agonistas de la dopamina también pueden causar un aumento en las opciones de riesgo en los seres humanos (Riba et al., 2008) y ratas (St Onge y Floresco, 2009). Agudo d2/D3 se ha encontrado que la estimulación del receptor produce cambios complejos en el valor de las pérdidas juzgadas que vale la pena perseguir (persiguiendo el juego continuo para recuperar pérdidas) (Campbell-Meiklejohn et al., 2011). Tomados en conjunto, esto sugiere que la dopamina, actuando sobre el estriado y posiblemente otras estructuras mesolímbicas, puede modular la aversión a la pérdida. Dos estudios en pacientes con enfermedad de Parkinson no afectados por trastornos del control de los impulsos encontraron que una dosis única del agonista de la dopamina pramipexol redujo el error de predicción de pérdida en la codificación de la corteza orbitofrontal en un caso (van Eimeren et al., 2009) y la corteza orbitofrontal y la ínsula en la otra (Voon et al., 2010). En resumen, la actividad tónica de la dopamina parece reducir la señalización de predicción de pérdida, y por lo tanto puede reducir la aversión a la pérdida.

Proponemos un marco general basado en la teoría de la perspectiva, en el que se calcula la anticipación de posibles pérdidas y recompensas, posiblemente en regiones cerebrales separadas inicialmente, y se integra para calcular un valor de decisión (Figura (Figura 3) .3). Especulamos que la anticipación de ganancia podría calcularse en la corteza prefrontal medial ventral, basándose en numerosos estudios de imágenes que implican esta área en el cálculo del valor (Kable y Glimcher, 2007; Plassmann et al. 2007; Bartra et al. 2013). Como se analizó anteriormente, la amígdala y la ínsula pueden estar involucradas en el cálculo de la anticipación de pérdidas. Un sitio posible para el cálculo final del valor, al menos para actualizar opciones y planes de acción, es el estriado, que tiene acceso bastante directo a las regiones del cerebro involucradas en la planificación de la acción (van der Meer et al., 2012). El cuerpo estriado tiene roles inherentes en ambas asociaciones de respuesta-recompensa (cuerpo estriado dorsal) (Alexander y Crutcher, 1990) y creando contingencias de estímulo-recompensa (VStr), que le brindan la oportunidad única para el cálculo del valor (Packard y Knowlton, 2002). Las señales de valor estriado pueden promover procesos de refuerzo que conducen a la actualización de acciones, estrategias y hábitos futuros, mediados por el cuerpo estriado dorsal, al tiempo que impulsan el comportamiento de búsqueda de recompensa apetitiva a través del VStr. Para una revisión del papel del cuerpo estriado en la codificación de valores, ver Knutson et al. (2008); Bartra et al. (2013). El equilibrio entre los sistemas de evaluación de ganancia y pérdida puede ser modulado, al menos en parte, por la dopamina. Proponemos un modelo en el que la dopamina tónica, que actúa a través de la vía indirecta de los ganglios basales (Figura (Figura 2) 2) regula el control inhibitorio que se manifiesta como pérdida de aversión. Aquí los niveles más bajos de dopamina tónica se asociarían con un aumento de la aversión a la pérdida. Por el contrario, la dopamina fásica, actuando a través de la vía directa, aumentaría el valor de las ganancias. Esto se basa en el hallazgo de que los sujetos jóvenes sanos que recibieron una dosis única de la cabergolina agonista de la dopamina muestran un aprendizaje reducido en respuesta a las ganancias (retroalimentación positiva), probablemente debido a un efecto presináptico (en dosis bajas, cabergolina, una D2 agonista, reduce la activación de las neuronas de dopamina fásica a través de acciones en la alta afinidad D2 autoreceptor, ubicado pre-sinápticamente en las neuronas de dopamina) (Frank y O'Reilly, 2006). Por el contrario, el haloperidol, una D2 antagonista, mayor aprendizaje de las ganancias, probablemente debido a su capacidad para mejorar el disparo de dopamina fásica. Con respecto a la enfermedad de Parkinson, si un paciente tiene una vulnerabilidad individual a las pérdidas infravaloradas, la terapia con agonistas de la dopamina, que estimula tónicamente la D2 receptores y bloques de detección de las inmersiones fásicas de dopamina asociadas con recompensas negativas, (Frank et al., 2004, 2007), podría dar lugar a una menor aversión a la pérdida. Una interpretación es que la intensidad de la actividad fásica establece la ganancia en el valor de las recompensas potenciales, mientras que la estimulación tónica de D2 Los receptores bloquean la retroalimentación negativa asociada a las pérdidas.

Figura 3 y XNUMX 

Un modelo de toma de decisiones basado en la teoría prospectiva. (UNA) La utilidad de las ganancias y pérdidas potenciales está dada por la siguiente ecuación: u(x) = (x)α para ganancias potenciales y u(x) = -λ · (-x)β por pérdidas (Kahneman ...

Los pacientes con enfermedad de Parkinson muestran un aprendizaje positivo mejorado cuando toman medicamentos dopaminérgicos, y un aprendizaje negativo mejorado mientras no toman medicamentos, en comparación con los controles de la misma edad (Frank et al., 2004). Tratamiento con dopamina D2 los agonistas ahora son aceptados como la causa de los trastornos del control de los impulsos en la enfermedad de Parkinson, en los cuales el problema del juego está relacionado con el uso de medicamentos. En el modelo propuesto aquí, D2 la estimulación reduciría la aversión a la pérdida a través de la vía corticostriatal indirecta. Sugerimos que bajo D2 Como tratamiento agonista, estos pacientes tienen una tendencia a subestimar las pérdidas y buscar más riesgos. Esto es consistente con la observación de que las deficiencias de los pacientes con enfermedad de Parkinson en la toma de decisiones de riesgo están dominadas por la incapacidad de usar retroalimentación negativa (Labudda et al., 2010). El efecto sobre el procesamiento de ganancia, riesgo y pérdida de la señalización de dopamina en otras partes del sistema mesolímbico y mesocortical, en particular el vmPFC, OFC, la ínsula y la amígdala, debe investigarse con mayor profundidad.

El perfil de tolerancia a la pérdida también puede verse afectado por la señalización de norepinefrina. En voluntarios sanos, una dosis única del propranolol bloqueador beta de acción central redujo la magnitud percibida de las pérdidas (Rogers et al., 2004) y las variaciones normales en el transportador de recaptación de norepinefrina en el tálamo, según lo evaluado por PET, se correlacionan con la aversión a la pérdida (Takahashi et al., 2013). Una explicación para esto es que la norepinefrina aumenta la respuesta de activación ante posibles pérdidas y, por lo tanto, una señalización baja de norepinefrina puede reducir la aversión a la pérdida. Si bien las neuronas de norepinefrina también se ven afectadas en la enfermedad de Parkinson, su papel en los aspectos motivacionales e impulsivos de la enfermedad aún no se ha investigado (Vazey y Aston-Jones, 2012).

Conclusión

La asociación causal entre la dopamina D2 El agonismo del receptor y los trastornos del control de los impulsos en la enfermedad de Parkinson tienen implicaciones para la adicción en general. Primero, no todos los individuos desarrollan síndromes adictivos después de la terapia de reemplazo de dopamina; aquellos que sí parecen tener señales de dopamina relativamente preservadas en la vía mesolímbica, posiblemente a través de una combinación de su patrón específico de neurodegeneración, sensibilización y vulnerabilidad premórbida (como lo demuestra el hecho de que un historial familiar de adicción es un factor de riesgo). Es concebible que la transmisión mesolímbica mejorada también sea un factor de riesgo en la población general (Buckholtz et al., 2010). Segundo, está claro que D2 El agonismo del receptor solo es suficiente para el desarrollo del síndrome adictivo. Mientras se combina d1/D2 los agonistas como L-Dopa pueden ser adictivos (Lawrence et al., 2003), D2 Los agonistas no suelen administrarse compulsivamente; más bien, tienen la capacidad de promover otras adicciones como el juego patológico (O'Sullivan et al., 2011). Esto es apoyado por experimentos con animales (Collins y Woods, 2009), modelos computacionales de neurociencia (Cohen y Frank, 2009), y evidencia de biología molecular (Shen et al., 2008) sugiriendo que D1 La estimulación del receptor refuerza mientras que D2 La estimulación del receptor inhibe la vía inhibitoria indirecta. Sugerimos que D2 El agonismo, en individuos vulnerables, tiene el efecto de "liberar el freno" en los sistemas de refuerzo, facilitando así el desarrollo de trastornos de control de impulsos. La naturaleza temporal de la D2 efecto, y el hecho de que los comportamientos adictivos generalmente se resuelven tras la interrupción del agonista de la dopamina, es consistente con la teoría de que la dopamina tónica tiene un efecto vigorizante en el comportamiento de búsqueda de recompensa (Niv et al., 2007; Dagher y Robbins, 2009).

Sin embargo, observamos que otros mecanismos, además de la interrupción mediada por dopamina, de las respuestas a eventos de refuerzo y estímulos pueden jugar un papel importante. Por ejemplo, Averbeck et al. (2014) han propuesto que los pacientes con enfermedad de Parkinson con trastornos del control de los impulsos no estén seguros sobre el uso de información futura para guiar el comportamiento, lo que podría conducir a la impulsividad (una tendencia a privilegiar la acción inmediata). Además, los déficits del lóbulo frontal (Djamshidian et al., 2010) También podría conducir a la impulsividad a través del autocontrol deteriorado. Estos mecanismos no tienen por qué ser mutuamente excluyentes.

Declaracion de conflicto de interes

Los autores declaran que la investigación se llevó a cabo en ausencia de cualquier relación comercial o financiera que pudiera interpretarse como un posible conflicto de intereses.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo fue apoyado a través de subvenciones de los Institutos Canadienses de Investigación en Salud y Parkinson Society Canada a Alain Dagher y becas del Consejo Nacional de Investigación en Ciencias e Ingeniería de Canadá a Crystal A. Clark.

Referencias

  1. Abler B., Walter H., Erk S., Kammerer H., Spitzer M. (2006). El error de predicción como una función lineal de probabilidad de recompensa se codifica en el núcleo humano accumbens. Neuroimagen 31, 790 – 795 10.1016 / j.neuroimage.2006.01.001 [PubMed] [Cross Ref.]
  2. Albin RL, Young AB, Penney JB (1989). La anatomía funcional de los trastornos de los ganglios basales. Tendencias Neurosci. 12, 366 – 375 10.1016 / 0166-2236 (89) 90074-x [PubMed] [Cross Ref.]
  3. Alexander GE, Crutcher MD (1990). Arquitectura funcional de los circuitos de ganglios basales: sustratos neurales de procesamiento paralelo. Tendencias Neurosci. 13, 266 – 271 10.1016 / 0166-2236 (90) 90107-l [PubMed] [Cross Ref.]
  4. Ambermoon P., Carter A., ​​Hall WD, Dissanayaka NN, O'Sullivan JD (2011). Trastornos de control de impulso en pacientes con enfermedad de Parkinson que reciben terapia de reemplazo de dopamina: evidencia e implicaciones para el campo de las adicciones. Adicción 106, 283 – 293 10.1111 / j.1360-0443.2010.03218.x [PubMed] [Cross Ref.]
  5. Asociación Americana de Psiquiatría (2000). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. 4th Edn., Revisión de texto, Washington, DC: APA
  6. Antonini A., Siri C., Santangelo G., Cilia R., Poletti M., Canesi M., et al. (2011). Impulsividad y compulsividad en pacientes sin tratamiento previo con enfermedad de Parkinson. Mov. Desorden 26, 464 – 468 10.1002 / mds.23501 [PubMed] [Cross Ref.]
  7. Averbeck BB, O'Sullivan SS, Djamshidian A. (2014). Conductas impulsivas y compulsivas en la enfermedad de Parkinson. Annu. Rev. Clin. Psychol. 10, 553 – 580 10.1146 / annurev-clinpsy-032813-153705 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  8. Bartra O., McGuire JT, Kable JW (2013). El sistema de valoración: un metanálisis basado en coordenadas de los experimentos con RMN BOLD que examinan los correlatos neuronales de valor subjetivo. Neuroimagen 76, 412 – 427 10.1016 / j.neuroimage.2013.02.063 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  9. Bergh C., Eklund T., Sodersten P., Nordin C. (1997). Alteración de la función de la dopamina en el juego patológico. Psychol. Medicina. 27, 473 – 475 10.1017 / s0033291796003789 [PubMed] [Cross Ref.]
  10. Boileau I., Dagher A., ​​Leyton M., Gunn RN, Baker GB, Diksic M., et al. (2006). Modelización de la sensibilización a estimulantes en humanos: un estudio de tomografía por emisión de postrones / positrones con [11C] en hombres sanos. Arco. Gen. Psychiatry 63, 1386 – 1395 10.1001 / archpsyc.63.12.1386 [PubMed] [Cross Ref.]
  11. Marca M., Labudda K., Kalbe E., Hilker R., Emmans D., Fuchs G., y otros. (2004). Deterioro en la toma de decisiones en pacientes con enfermedad de Parkinson. Behav. Neurol. 15, 77 – 85 10.1155 / 2004 / 578354 [PubMed] [Cross Ref.]
  12. Breiter HC, Aharon I., Kahneman D., Dale A., Shizgal P. (2001). Imágenes funcionales de las respuestas neuronales a la expectativa y la experiencia de ganancias y pérdidas monetarias. Neuron 30, 619 – 639 10.1016 / s0896-6273 (01) 00303-8 [PubMed] [Cross Ref.]
  13. Buckholtz JW, Treadway MT, Cowan RL, Woodward ND, Li R., Ansari MS, y otros. (2010). Diferencias de la red dopaminérgica en la impulsividad humana. Science 329: 532 10.1126 / science.1185778 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  14. Calabresi P., Picconi B., Tozzi A., Di Filippo M. (2007). Regulación mediada por dopamina de la plasticidad sináptica corticostriatal. Tendencias Neurosci. 30, 211 – 219 10.1016 / j.tins.2007.03.001 [PubMed] [Cross Ref.]
  15. Callesen MB, Scheel-Kruger J., Kringelbach ML, Moller A. (2013). Una revisión sistemática de los trastornos del control de impulsos en la enfermedad de Parkinson. J. Parkinsons Dis. 3, 105 – 138 10.3233 / JPD-120165 [PubMed] [Cross Ref.]
  16. Campbell-Meiklejohn D., Wakeley J., Herbert V., Cook J., Scollo P., Ray MK, et al. (2011). La serotonina y la dopamina desempeñan papeles complementarios en el juego para recuperar pérdidas. Neuropsicofarmacología 36, 402 – 410 10.1038 / npp.2010.170 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  17. Campbell-Meiklejohn DK, Woolrich MW, Passingham RE, Rogers RD (2008). Saber cuándo parar: los mecanismos cerebrales de perseguir las pérdidas. Biol. Psiquiatría 63, 293 – 300 10.1016 / j.biopsych.2007.05.014 [PubMed] [Cross Ref.]
  18. Canessa N., Crespi C., Motterlini M., Baud-Bovy G., Chierchia G., Pantaleo G., et al. (2013). La base neural funcional y estructural de las diferencias individuales en la aversión a la pérdida. J. Neurosci. 33, 14307 – 14317 10.1523 / jneurosci.0497-13.2013 [PubMed] [Cross Ref.]
  19. Castellani B., Rugle L. (1995). Una comparación de jugadores patológicos con alcohólicos y consumidores de cocaína sobre la impulsividad, la búsqueda de sensaciones y el deseo. En t. J. Addict. 30, 275 – 289 10.3109 / 10826089509048726 [PubMed] [Cross Ref.]
  20. Cavedini P., Riboldi G., Keller R., D'Annucci A., Bellodi L. (2002). Disfunción del lóbulo frontal en pacientes con juego patológico. Biol. Psiquiatría 51, 334 – 341 10.1016 / s0006-3223 (01) 01227-6 [PubMed] [Cross Ref.]
  21. Chang LJ, Sanfey AG (2009). Ultimatums inolvidables? Las violaciones de expectativas promueven una mayor memoria social luego de la negociación económica. Frente. Behav. Neurosci. 3: 36 10.3389 / neuro.08.036.2009 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  22. Chikama M., McFarland NR, Amaral DG, Haber SN (1997). Las proyecciones corticales insulares a las regiones funcionales del estriado se correlacionan con la organización citoarquitectónica cortical en el primate. J. Neurosci. 17, 9686 – 9705 [PubMed]
  23. Christopoulos GI, Tobler PN, Bossaerts P., Dolan RJ, Schultz W. (2009). Correlaciones neuronales de valor, riesgo y aversión al riesgo que contribuyen a la toma de decisiones bajo riesgo. J. Neurosci. 29, 12574 – 12583 10.1523 / JNEUROSCI.2614-09.2009 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  24. Cilia R., Ko JH, Cho SS, van Eimeren T., Marotta G., Pellecchia G., et al. (2010). Disminución de la densidad del transportador de dopamina en el estriado ventral de pacientes con enfermedad de Parkinson y juego patológico. Neurobiol. Dis. 39, 98 – 104 10.1016 / j.nbd.2010.03.013 [PubMed] [Cross Ref.]
  25. Cilia R., Siri C., Marotta G., Isaias IU, De Gaspari D., Canesi M., et al. (2008). Anomalías funcionales subyacentes al juego patológico en la enfermedad de parkinson. Arco. Neurol. 65, 1604 – 1611 10.1001 / archneur.65.12.1604 [PubMed] [Cross Ref.]
  26. Clark L., Bechara A., Damasio H., Aitken MR, Sahakian BJ, Robbins TW (2008). Efectos diferenciales de las lesiones de la corteza prefrontal insular y ventromedial en la toma de decisiones de riesgo. Cerebro 131, 1311 – 1322 10.1093 / cerebro / awn066 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  27. Cohen MX, Frank MJ (2009). Los modelos neurocomputacionales de los ganglios basales funcionan en el aprendizaje, la memoria y la elección. Behav. Brain Res. 199, 141 – 156 10.1016 / j.bbr.2008.09.029 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  28. Collins GT, Woods JH (2009). Influencia del refuerzo condicionado en los efectos de mantenimiento de la respuesta de quinpirol en ratas. Behav. Pharmacol. 20, 492 – 504 10.1097 / fbp.0b013e328330ad9b [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  29. Cools R., Lewis SJG, Clark L., Barker RA, Robbins TW (2007). L-DOPA interrumpe la actividad en el núcleo accumbens durante el aprendizaje de reversión en la enfermedad de Parkinson. Neuropsicofarmacología 32, 180 – 189 10.1038 / sj.npp.1301153 [PubMed] [Cross Ref.]
  30. Craig AD (2002). ¿Cómo te sientes? Interocepción: el sentido de la condición fisiológica del cuerpo. Nat. Rev. Neurosci. 3, 655 – 666 10.1038 / nrn894 [PubMed] [Cross Ref.]
  31. Critchley HD, Mathias CJ, Dolan RJ (2001). Actividad neuronal en el cerebro humano relacionada con la incertidumbre y la excitación durante la anticipación. Neuron 29, 537 – 545 10.1016 / s1053-8119 (01) 91735-5 [PubMed] [Cross Ref.]
  32. Crockford DN, Goodyear B., Edwards J., Quickfall J., el-Guebaly N. (2005). Actividad cerebral inducida por señales en jugadores patológicos. Biol. Psiquiatría 58, 787 – 795 10.1016 / j.biopsych.2005.04.037 [PubMed] [Cross Ref.]
  33. D'Ardenne K., McClure SM, Nystrom LE, Cohen JD (2008). Respuestas BOLD que reflejan señales dopaminérgicas en el área tegmental ventral humana. Science 319, 1264 – 1267 10.1126 / science.1150605 [PubMed] [Cross Ref.]
  34. Dagher A., ​​Robbins TW (2009). Personalidad, adicción, dopamina: perspectivas de la enfermedad de Parkinson. Neuron 61, 502 – 510 10.1016 / j.neuron.2009.01.031 [PubMed] [Cross Ref.]
  35. Davie M. (2007). Juego patológico asociado con la terapia con cabergolina en un paciente con un prolactinoma hipofisario. J. Neuropsychiatry Clin. Neurosci. 19, 473 – 474 10.1176 / appi.neuropsych.19.4.473 [PubMed] [Cross Ref.]
  36. De Martino B., Camerer CF, Adolphs R. (2010). Daño de amígdala elimina la aversión a la pérdida monetaria. Proc. Natl Acad Sci. EE.UU. 107, 3788 – 3792 10.1073 / pnas.0910230107 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  37. Di Chiara G., Imperato A. (1988). Las drogas que abusan los humanos aumentan preferentemente las concentraciones sinápticas de dopamina en el sistema mesolímbico de ratas que se mueven libremente. Proc. Natl Acad Sci. EE.UU. 85, 5274 – 5278 10.1073 / pnas.85.14.5274 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  38. Djamshidian A., Jha A., O'Sullivan SS, Silveira-Moriyama L., Jacobson C., Brown P., y otros. (2010). Riesgo y aprendizaje en pacientes impulsivos y no impulsivos con enfermedad de Parkinson. Mov. Desorden 25, 2203 – 2210 10.1002 / mds.23247 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  39. Dodd ML, Klos KJ, Bower JH, Geda YE, Josephs KA, Ahlskog JE (2005). Juego patológico causado por medicamentos utilizados para tratar la enfermedad de Parkinson. Arco. Neurol. 62, 1377 – 1381 10.1001 / archneur.62.9.noc50009 [PubMed] [Cross Ref.]
  40. Driver-Dunckley ED, Noble BN, Hentz JG, Evidente VG, Caviness JN, Parish J., et al. (2007). El juego y el aumento del deseo sexual con medicamentos dopaminérgicos en el síndrome de piernas inquietas. Clinica Neurofarmacol. 30, 249 – 255 10.1097 / wnf.0b013e31804c780e [PubMed] [Cross Ref.]
  41. Duncan J., Owen AM (2000). Regiones comunes del lóbulo frontal humano reclutadas por diversas demandas cognitivas. Tendencias Neurosci. 23, 475 – 483 10.1016 / s0166-2236 (00) 01633-7 [PubMed] [Cross Ref.]
  42. Duvarci I., Varan A. (2000). Rasgos descriptivos de los jugadores patológicos turcos. Scand. J. Psychol. 41, 253 – 260 10.1111 / 1467-9450.00195 [PubMed] [Cross Ref.]
  43. Eckert MA, Menon V., Walczak A., Ahlstrom J., Denslow S., Horwitz A., y otros. (2009). En el corazón del sistema de atención ventral: la ínsula anterior derecha. Tararear. Cerebro Mapp. 30, 2530 – 2541 10.1002 / hbm.20688 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  44. Elliott R., Friston KJ, Dolan RJ (2000). Respuestas neurales disociables en sistemas humanos de recompensa. J. Neurosci. 20, 6159 – 6165 [PubMed]
  45. Evans AH, Pavese N., Lawrence AD, Tai YF, Appel S., Doder M., et al. (2006). Uso compulsivo de drogas vinculado a la transmisión de dopamina del estriado ventral senalizada. Ana. Neurol. 59, 852 – 858 10.1002 / ana.20822 [PubMed] [Cross Ref.]
  46. Falhammar H., Yarker JY (2009). Juego patológico e hipersexualidad en el prolactinoma tratado con cabergolina. Medicina. J. Aust. 190, 97 [PubMed]
  47. Frank MJ, O'Reilly RC (2006). Una descripción mecánica de la función de la dopamina estriatal en la cognición humana: estudios psicofarmacológicos con cabergolina y haloperidol. Behav. Neurosci. 120, 497 – 517 10.1037 / 0735-7044.120.3.497.supp [PubMed] [Cross Ref.]
  48. Frank MJ, Samanta J., Moustafa AA, Sherman SJ (2007). Sostén a tus caballos: impulsividad, estimulación cerebral profunda y medicación en el parkinsonismo. Science 318, 1309 – 1312 10.1126 / science.1146157 [PubMed] [Cross Ref.]
  49. Frank MJ, Seeberger LC, O'Reilly RC (2004). Por zanahoria o por palo: refuerzo cognitivo que aprenden en el parkinsonismo. Science 306, 1940 – 1943 10.1126 / science.1102941 [PubMed] [Cross Ref.]
  50. Frank MJ (2005). Modulación dinámica de la dopamina en los ganglios basales: una descripción neurocomputacional de los déficits cognitivos en el parkinsonismo medicado y no medicado. J. Cogn. Neurosci. 17, 51 – 72 10.1162 / 0898929052880093 [PubMed] [Cross Ref.]
  51. Frosini D., Pesaresi I., Cosottini M., Belmonte G., Rossi C., Dell'Osso L., et al. (2010). La enfermedad de Parkinson y el juego patológico: resultados de un estudio funcional de resonancia magnética. Mov. Desorden 25, 2449 – 2453 10.1002 / mds.23369 [PubMed] [Cross Ref.]
  52. Gerdeman GL, Ronesi J., Lovinger DM (2002). La liberación de endocannabinoides postsináptica es crítica para la depresión a largo plazo en el cuerpo estriado. Nat. Neurosci. 5, 446 – 451 10.1038 / nn832 [PubMed] [Cross Ref.]
  53. Giovannoni G., O'Sullivan JD, Turner K., Manson AJ, Lees AJ (2000). Disregulación homeostática hedonista en pacientes con enfermedad de Parkinson en terapias de reemplazo de dopamina. J. Neurol. Neurosurg. Psiquiatría 68, 423 – 428 10.1136 / jnnp.68.4.423 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  54. Goodman A. (2008). Neurobiología de la adicción: una revisión integradora. Biochem. Pharmacol. 75, 266 – 322 10.1016 / j.bcp.2007.07.030 [PubMed] [Cross Ref.]
  55. Gotham AM, Brown RG, Marsden CD (1988). Función cognitiva "frontal" en pacientes con enfermedad de Parkinson "dentro" y "fuera de" de levodopa. Cerebro 111 (Pt. 2), 299 – 321 10.1093 / cerebro / 111.2.299 [PubMed] [Cross Ref.]
  56. Goudriaan AE, Oosterlaan J., de Beurs E., van den Brink W. (2005). Toma de decisiones en el juego patológico: una comparación entre jugadores patológicos, dependientes del alcohol, personas con síndrome de Tourette y controles normales. Brain Res. Cogn. Brain Res. 23, 137 – 151 10.1016 / j.cogbrainres.2005.01.017 [PubMed] [Cross Ref.]
  57. Gracia AA (2000). El modelo tónico / fásico de la regulación del sistema de dopamina y sus implicaciones para la comprensión del alcohol y el deseo psicoestimulante. Adicción 95, 119 – 128 10.1046 / j.1360-0443.95.8s2.1.x [PubMed] [Cross Ref.]
  58. Grant JE, Brewer JA, Potenza MN (2006). La neurobiología de la sustancia y las adicciones conductuales. CNS Spectr. 11, 924 – 930 [PubMed]
  59. Gschwandtner U., Aston J., Renaud S., Fuhr P. (2001). Juego patológico en pacientes con enfermedad de Parkinson. Clinica Neurofarmacol. 24, 170 – 172 10.1097 / 00002826-200105000-00009 [PubMed] [Cross Ref.]
  60. Hakyemez HS, Dagher A., ​​Smith SD, Zald DH (2008). Transmisión de dopamina estriatal en humanos sanos durante una tarea de recompensa monetaria pasiva. Neuroimagen 39, 2058 – 2065 10.1016 / j.neuroimage.2007.10.034 [PubMed] [Cross Ref.]
  61. Hernández-López S., Tkatch T., Pérez-Garci E., Galarraga E., Bargas J., Hamm H., y otros. (2000). Los receptores de dopamina D2 en neuronas espinosas del medio estriado reducen las corrientes de Ca2 + tipo L y la excitabilidad a través de una nueva cascada de señalización de PLC 1-IP3-calcineurina. J. Neurosci. 20, 8987 – 9895 [PubMed]
  62. Holman A. (2009). Conductas de trastorno de control de impulso asociadas con pramipexol utilizado para tratar la fibromialgia. J. Gambl. Semental. 25, 425 – 431 10.1007 / s10899-009-9123-2 [PubMed] [Cross Ref.]
  63. Huettel SA, Stowe CJ, Gordon EM, Warner BT, Platt ML (2006). Firmas neuronales de las preferencias económicas por riesgo y ambigüedad. Neuron 49, 765 – 775 10.1016 / j.neuron.2006.01.024 [PubMed] [Cross Ref.]
  64. Kable JW, Glimcher PW (2007). Los correlatos neurales del valor subjetivo durante la elección intertemporal. Nat. Neurosci. 10, 1625 – 1633 10.1038 / nn2007 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  65. Kahneman D., Tversky A. (1979). Teoría prospectiva: un análisis de decisión bajo riesgo. Econometrica 47, 263 – 291 10.2307 / 1914185 [Cross Ref.]
  66. Kahnt T., Park SQ, Cohen MX, Beck A., Heinz A., Wrase J. (2009). La conectividad dorsal estriado-cerebro medio en humanos predice cómo se usan los refuerzos para guiar las decisiones. J. Cogn. Neurosci. 21, 1332 – 1345 10.1162 / jocn.2009.21092 [PubMed] [Cross Ref.]
  67. Kish SJ, Shannak K., Hornykiewicz O. (1988). Patrón desigual de pérdida de dopamina en el cuerpo estriado de pacientes con enfermedad de Parkinson idiopática. Implicaciones fisiopatológicas y clínicas. N. Engl. J. Med. 318, 876 – 880 10.1056 / nejm198804073181402 [PubMed] [Cross Ref.]
  68. Knutson B., Adams CM, Fong GW, Hommer D. (2001a). La anticipación del aumento de la recompensa monetaria recluta selectivamente el núcleo accumbens. J. Neurosci. 21: RC159 [PubMed]
  69. Knutson B., Greer SM (2008). Afecto anticipatorio: correlatos neurales y consecuencias para la elección. Filosofia Trans. R. Soc. Lond B Biol. Sci. 363, 3771 – 3786 10.1098 / rstb.2008.0155 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  70. Knutson B., Delgado MR, Phillips PEM (2008). "Representación del valor subjetivo en el cuerpo estriado", en Neuroeconomía: La toma de decisiones y el cerebro, editores Camerer C., Glimcher PW, Fehr E., Poldrack RA, editores. (Nueva York: Academic Press;), 398 – 406
  71. Knutson B., Fong GW, Adams CM, Varner JL, Hommer D. (2001b). Disociación de la anticipación de recompensa y el resultado con fMRI relacionada con el evento. Neuroreport 12, 3683 – 3687 10.1097 / 00001756-200112040-00016 [PubMed] [Cross Ref.]
  72. Knutson B., Taylor J., Kaufman M., Peterson R., Glover G. (2005). Representación neural distribuida del valor esperado. J. Neurosci. 25, 4806 – 4812 10.1523 / JNEUROSCI.0642-05.2005 [PubMed] [Cross Ref.]
  73. Knutson B., Westdorp A., Kaiser E., Hommer D. (2000). Visualización de FMRI de la actividad cerebral durante una tarea de retraso de incentivo monetario. Neuroimagen 12, 20 – 27 10.1006 / nimg.2000.0593 [PubMed] [Cross Ref.]
  74. Ko CH, Liu GC, Hsiao S., Yen JY, Yang MJ, Lin WC, et al. (2009). Las actividades cerebrales asociadas con la necesidad de jugar de la adicción a los juegos en línea J. Psychiatr. Res. 43, 739 – 747 10.1016 / j.jpsychires.2008.09.012 [PubMed] [Cross Ref.]
  75. Kreitzer AC, Malenka RC (2007). Rescate mediado por endocannabinoides de estriatales LTD y déficits motores en modelos de enfermedad de Parkinson Nature 445, 643 – 647 10.1038 / nature05506 [PubMed] [Cross Ref.]
  76. Kuhnen CM, Knutson B. (2005). La base neuronal de la toma de riesgos financieros. Neuron 47, 763 – 770 10.1016 / j.neuron.2005.08.008 [PubMed] [Cross Ref.]
  77. Labudda K., Marca M., Mertens M., Ollech I., Markowitsch HJ, Woermann FG (2010). Toma de decisiones en condiciones de riesgo en pacientes con enfermedad de Parkinson: un estudio de comportamiento y fMRI. Behav. Neurol. 23, 131 – 143 10.1155 / 2010 / 743141 [PubMed] [Cross Ref.]
  78. Lawrence AD, Brooks DJ, Whone AL (2013). La capacidad de síntesis de dopamina del estriado ventral predice la extravagancia financiera en la enfermedad de Parkinson. Frente. Psychol. 4: 90 10.3389 / fpsyg.2013.00090 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  79. Lawrence AD, Evans AH, Lees AJ (2003). Uso compulsivo de la terapia de reemplazo de dopamina en la enfermedad de Parkinson: ¿los sistemas de recompensa han ido mal? Lancet Neurol. 2, 595 – 604 10.1016 / S1474-4422 (03) 00529-5 [PubMed] [Cross Ref.]
  80. Lee JY, Seo SH, Kim YK, Yoo HB, Kim YE, Song IC, y otros. (2014). Cambios dopaminérgicos extratriatales en pacientes con enfermedad de Parkinson con trastornos del control de los impulsos. J. Neurol. Neurosurg. Psiquiatría 85, 23 – 30 10.1136 / jnnp-2013-305549 [PubMed] [Cross Ref.]
  81. Litt A., Plassmann H., Shiv B., Rangel A. (2011). Señales de valorización y saliente disociadas durante la toma de decisiones. Cereb. Cortex 21, 95 – 102 10.1093 / cercor / bhq065 [PubMed] [Cross Ref.]
  82. Lobo DS, Kennedy JL (2006). La genética del juego y las adicciones conductuales. CNS Spectr. 11, 931 – 939 [PubMed]
  83. Loewenstein GF, Weber EU, Hsee CK, Welch N. (2001). El riesgo como sentimientos. Psychol. Toro. 127, 267 – 286 10.1037 / 0033-2909.127.2.267 [PubMed] [Cross Ref.]
  84. Mamikonyan E., Siderowf AD, Duda JE, Potenza MN, Horn S., Stern MB, et al. (2008). Seguimiento a largo plazo de los trastornos del control de impulsos en la enfermedad de Parkinson. Mov. Desorden 23, 75 – 80 10.1002 / mds.21770 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  85. Marcellino D., Kehr J., Agnati LF, Fuxe K. (2012). Aumento de la afinidad de la dopamina por receptores similares a D (2) frente a D (1). Relevancia para la transmisión de volumen en la interpretación de hallazgos de PET. Synapse 66, 196 – 203 10.1002 / syn.21501 [PubMed] [Cross Ref.]
  86. Menza MA, Golbe LI, Cody RA, Forman NE (1993). Rasgos de personalidad relacionados con la dopamina en la enfermedad de Parkinson. Neurología 43 (Pt. 1), 505 – 508 10.1212 / wnl.43.3_part_1.505 [PubMed] [Cross Ref.]
  87. Menza MA (2000). La personalidad asociada a la enfermedad de Parkinson. Curr. Representante de psiquiatría 2, 421 – 426 10.1007 / s11920-000-0027-1 [PubMed] [Cross Ref.]
  88. Mink JW (1996). Los ganglios basales: selección enfocada e inhibición de programas motores competidores. Prog. Neurobiol. 50, 381 – 425 10.1016 / s0301-0082 (96) 00042-1 [PubMed] [Cross Ref.]
  89. Molina JA, Sainz-Artiga MJ, Fraile A., Jimenez-Jimenez FJ, Villanueva C., Orti-Pareja M., et al. (2000). Juego patológico en la enfermedad de Parkinson: ¿una manifestación conductual del tratamiento farmacológico? Mov. Desorden. 15, 869–872 10.1002 / 1531-8257 (200009) 15: 5 <869 :: aid-mds1016> 3.0.co; 2-i [PubMed] [Cross Ref.]
  90. Montague PR, Berns GS (2002). La economía neural y los sustratos biológicos de valoración. Neuron 36, 265 – 284 10.1016 / s0896-6273 (02) 00974-1 [PubMed] [Cross Ref.]
  91. Niv Y., Daw ND, Joel D., Dayan P. (2007). Dopamina tónica: costos de oportunidad y control del vigor de respuesta. Psicofarmacología (Berl) 191, 507 – 520 10.1007 / s00213-006-0502-4 [PubMed] [Cross Ref.]
  92. O'Doherty J., Dayan P., Schultz J., Deichmann R., Friston K., Dolan RJ (2004). Roles disociables del estriado ventral y dorsal en el condicionamiento instrumental. Science 304, 452 – 454 10.1126 / science.1094285 [PubMed] [Cross Ref.]
  93. O'Doherty JP, Hampton A., Kim H. (2007). La RMF basada en modelos y su aplicación para premiar el aprendizaje y la toma de decisiones. Ana. NY Acad. Sci. 1104, 35 – 53 10.1196 / annals.1390.022 [PubMed] [Cross Ref.]
  94. O'Sullivan SS, Wu K., Politis M., Lawrence AD, Evans AH, Bose SK, et al. (2011). Liberación de dopamina estriatal inducida por señales en conductas impulsivas-compulsivas asociadas a la enfermedad de Parkinson. Cerebro 134 (Pt. 4), 969 – 978 10.1093 / brain / awr003 [PubMed] [Cross Ref.]
  95. Ochoa C., Alvarez-Moya EM, Penelo E., Aymami MN, Gomez-Pena M., Fernandez-Aranda F., et al. (2013). Déficit en la toma de decisiones en el juego patológico: el papel de las funciones ejecutivas, el conocimiento explícito y la impulsividad en relación con las decisiones tomadas bajo ambigüedad y riesgo A.m. J. Addict. 22, 492 – 499 10.1111 / j.1521-0391.2013.12061.x [PubMed] [Cross Ref.]
  96. Packard MG, Knowlton BJ (2002). Funciones de aprendizaje y memoria de los ganglios basales. Annu. Rev. Neurosci. 25, 563 – 593 10.1146 / annurev.neuro.25.112701.142937 [PubMed] [Cross Ref.]
  97. Paulus MP, Rogalsky C., Simmons A., Feinstein JS, Stein MB (2003). El aumento de la activación en la ínsula derecha durante la toma de decisiones de riesgo está relacionado con la prevención de daños y el neuroticismo. Neuroimagen 19, 1439 – 1448 10.1016 / s1053-8119 (03) 00251-9 [PubMed] [Cross Ref.]
  98. Petry NM, Stinson FS, Grant BF (2005). Comorbilidad del juego patológico DSM-IV y otros trastornos psiquiátricos: resultados de la encuesta epidemiológica nacional sobre el alcohol y las afecciones relacionadas. J. Clin. Psiquiatría 66, 564 – 574 10.4088 / jcp.v66n0504 [PubMed] [Cross Ref.]
  99. Petry NM (2001a). Los jugadores patológicos, con y sin trastornos por el uso de sustancias, descuentan las recompensas a tasas elevadas. J. Abnorm. Psychol. 110, 482 – 487 10.1037 // 0021-843x.110.3.482 [PubMed] [Cross Ref.]
  100. Petry NM (2001b). Abuso de sustancias, juego patológico e impulsividad. Dependen de drogas y alcohol. 63, 29 – 38 10.1016 / s0376-8716 (00) 00188-5 [PubMed] [Cross Ref.]
  101. Pizzagalli D., Evins A., Schetter Erika C., Frank MJ, Pajtas P., Santesso D., et al. (2008). La dosis única de un agonista de la dopamina altera el aprendizaje de refuerzo en humanos: evidencia de comportamiento de una medida basada en laboratorio de respuesta de recompensa. Psicofarmacología (Berl) 196, 221 – 232 10.1007 / s00213-007-0957-y [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  102. Plassmann H., O'Doherty J., Rangel A. (2007). La corteza orbitofrontal codifica la disposición a pagar en las transacciones económicas diarias. J. Neurosci. 27, 9984 – 9988 10.1523 / jneurosci.2131-07.2007 [PubMed] [Cross Ref.]
  103. Politis M., Loane C., Wu K., O'Sullivan SS, Woodhead Z., Kiferle L., et al. (2013). Respuesta neuronal a las señales sexuales visuales en la hipersexualidad relacionada con el tratamiento con dopamina en la enfermedad de Parkinson. Cerebro 136 (Pt. 2), 400 – 411 10.1093 / cerebro / aws326 [PubMed] [Cross Ref.]
  104. Pontone G., Williams JR, Bassett SS, Marsh L. (2006). Características clínicas asociadas a trastornos del control de impulsos en la enfermedad de Parkinson. Neurología 67, 1258 – 1261 10.1212 / 01.wnl.0000238401.76928.45 [PubMed] [Cross Ref.]
  105. Potenza MN, Steinberg MA, Skudlarski P., Fulbright RK, Lacadie CM, Wilber MK, et al. (2003). El juego urge en el juego patológico: un estudio de resonancia magnética funcional. Arco. Gen. Psychiatry 60, 828 – 836 10.1001 / archpsyc.60.8.828 [PubMed] [Cross Ref.]
  106. Preuschoff K., SR de cuarzo, Bossaerts P. (2008). La activación de la ínsula humana refleja los errores de predicción de riesgo así como el riesgo J. Neurosci. 28, 2745 – 2752 10.1523 / jneurosci.4286-07.2008 [PubMed] [Cross Ref.]
  107. Pritchard TC, Macaluso DA, Eslinger PJ (1999). Percepción del gusto en pacientes con lesiones de la corteza insular. Behav. Neurosci. 113, 663 – 671 10.1037 // 0735-7044.113.4.663 [PubMed] [Cross Ref.]
  108. Quickfall J., Suchowersky O. (2007). Juego patológico asociado con el uso de agonistas de la dopamina en el síndrome de piernas inquietas. Parkinsonismo Relat. Desorden 13, 535 – 536 10.1016 / j.parkreldis.2006.10.001 [PubMed] [Cross Ref.]
  109. Rao H., Mamikonyan E., Detre JA, Siderowf AD, Stern MB, Potenza MN, et al. (2010). Disminución de la actividad ventral del estriado con trastornos del control de impulsos en la enfermedad de Parkinson. Mov. Desorden 25, 1660 – 1669 10.1002 / mds.23147 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  110. Ray NJ, Miyasaki JM, Zurowski M., Ko JH, Cho SS, Pellecchia G., et al. (2012). Anomalías dopaminérgicas extratriatales de la homeostasis del DA en pacientes de Parkinson con juego patológico inducido por medicamentos: un estudio [11C] FLB-457 y PET. Neurobiol. Dis. 48, 519 – 525 10.1016 / j.nbd.2012.06.021 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  111. Reuter J., Raedler T., Rose M., Hand I., Glascher J., Buchel C. (2005). El juego patológico está vinculado a una activación reducida del sistema de recompensa mesolímbica. Nat. Neurosci. 8, 147 – 148 10.1038 / nn1378 [PubMed] [Cross Ref.]
  112. Reynolds JN, Hyland BI, Wickens JR (2001). Un mecanismo celular de aprendizaje relacionado con la recompensa. Nature 413, 67 – 70 10.1038 / 35092560 [PubMed] [Cross Ref.]
  113. Riba J., Krämer UM, Heldmann M., Richter S., Münte TF (2008). El agonista de la dopamina aumenta el riesgo pero embota la actividad cerebral relacionada con la recompensa. PLoS One 3: e2479 10.1371 / journal.pone.0002479 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  114. Rogers RD, Lancaster M., Wakeley J., Bhagwagar Z. (2004). Efectos del bloqueo de los receptores beta-adrenérgicos en los componentes de la toma de decisiones humanas. Psicofarmacología (Berl) 172, 157 – 164 10.1007 / s00213-003-1641-5 [PubMed] [Cross Ref.]
  115. Rolls ET, Mccabe C., Redoute J. (2008). Representaciones de valor esperado, resultado de recompensa y error de diferencia temporal en una tarea de decisión probabilística. Cereb. Cortex 18, 652 – 663 10.1093 / cercor / bhm097 [PubMed] [Cross Ref.]
  116. Roy A., Adinoff B., Roehrich L., Lamparski D., Custer R., Lorenz V., y otros. (1988). Juego patológico. Un estudio psicobiológico. Arco. Gen. Psychiatry 45, 369 – 373 10.1001 / archpsyc.1988.01800280085011 [PubMed] [Cross Ref.]
  117. Rutledge RB, Dean M., Caplin A., Glimcher PW (2010). Probando la hipótesis del error de predicción de recompensa con un modelo axiomático. J. Neurosci. 30, 13525 – 13536 10.1523 / jneurosci.1747-10.2010 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  118. Sanfey AG, Rilling JK, Aronson JA, Nystrom LE, Cohen JD (2003). La base neuronal de la toma de decisiones económicas en el Ultimatum Game. Science 300, 1755 – 1758 10.1126 / science.1082976 [PubMed] [Cross Ref.]
  119. Schultz W., Dayan P., Montague PR (1997). Un sustrato neural de la predicción y la recompensa. Science 275, 1593 – 1599 10.1126 / science.275.5306.1593 [PubMed] [Cross Ref.]
  120. Schultz W., Tremblay L. È., Hollerman JR (1998). Predicción de la recompensa en primates basales ganglios y corteza frontal. Neurofarmacología 37, 421 – 429 10.1016 / s0028-3908 (98) 00071-9 [PubMed] [Cross Ref.]
  121. Schultz W. (2002). Conseguir formal con dopamina y recompensa. Neuron 36, 241 – 263 10.1016 / s0896-6273 (02) 00967-4 [PubMed] [Cross Ref.]
  122. Seedat S., Kesler S., Niehaus DJ, Stein DJ (2000). Comportamiento patológico de juego: aparición secundaria al tratamiento de la enfermedad de Parkinson con agentes dopaminérgicos. Deprimir. Ansiedad 11, 185–186 10.1002 / 1520-6394 (2000) 11: 4 <185 :: aid-da8> 3.3.co; 2-8 [PubMed] [Cross Ref.]
  123. Seeley WW, Menon V., Schatzberg AF, Keller J., Glover GH, Kenna H., y otros. (2007). Redes de conectividad intrínseca disociable para procesamiento de prominencia y control ejecutivo. J. Neurosci. 27, 2349 – 2356 10.1523 / jneurosci.5587-06.2007 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  124. Shaffer HJ, Hall MN, Vander Bilt J. (1999). Estimación de la prevalencia del comportamiento de juego desordenado en los Estados Unidos y Canadá: una síntesis de investigación. A.m. J. Salud pública 89, 1369 – 1376 10.2105 / ajph.89.9.1369 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  125. Shen W., Flajolet M., Greengard P., Surmeier DJ (2008). Control dopaminérgico dicotómico de la plasticidad sináptica del estriado. Science 321, 848 – 851 10.1126 / science.1160575 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  126. Slutske WS, Eisen S., True WR, Lyons MJ, Goldberg J., Tsuang M. (2000). Vulnerabilidad genética común para el juego patológico y la dependencia del alcohol en los hombres. Arco. Gen. Psychiatry 57, 666 – 673 10.1001 / archpsyc.57.7.666 [PubMed] [Cross Ref.]
  127. Smeding H., Goudriaan A., Foncke E., Schuurman P., Speelman J., Schmand B. (2007). Juego patológico tras estimulación de STN bilateral en la enfermedad de Parkinson. J. Neurol. Neurosurg. Psiquiatría 78, 517 – 519 10.1136 / jnnp.2006.102061 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  128. St Onge JR, Floresco SB (2009). Modulación dopaminérgica de la toma de decisiones basada en el riesgo. Neuropsicofarmacología 34, 681 – 697 10.1038 / npp.2008.121 [PubMed] [Cross Ref.]
  129. Steeves TD, Miyasaki J., Zurowski M., Lang AE, Pellecchia G., Van Eimeren T., y col. (2009). Aumento de la liberación de dopamina estriatal en pacientes parkinsonianos con juego patológico: un estudio [11C] de racloprida PET. Cerebro 132, 1376 – 1385 10.1093 / cerebro / awp054 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  130. Surmeier DJ, Shen W., Day M., Gertler T., Chan S., Tian X., et al. (2010). El papel de la dopamina en la modulación de la estructura y función de los circuitos estriatales. Prog. Brain Res. 183, 149 – 167 10.1016 / s0079-6123 (10) 83008-0 [PubMed] [Cross Ref.]
  131. Sutton RS, Barto AG (1998). Aprendizaje de refuerzo: una introducción. Cambridge, MA: The MIT Press
  132. Takahashi H., Fujie S., Camerer C., Arakawa R., Takano H., Kodaka F., y otros. (2013). La norepinefrina en el cerebro está asociada con la aversión a la pérdida financiera. Mol. Psiquiatría 18, 3 – 4 10.1038 / mp.2012.7 [PubMed] [Cross Ref.]
  133. Thut G., Schultz W., Roelcke U., Nienhusmeier M., Missimer J., Maguire RP, y col. (1997). Activación del cerebro humano por recompensa monetaria. Neuroreport 8, 1225 – 1228 10.1097 / 00001756-199703240-00033 [PubMed] [Cross Ref.]
  134. Tippmann-Peikert M., Park JG, Boeve BF, Shepard JW, Silber MH (2007). Juego patológico en pacientes con síndrome de piernas inquietas tratados con agonistas dopaminérgicos. Neurología 68, 301 – 303 10.1212 / 01.wnl.0000252368.25106.b6 [PubMed] [Cross Ref.]
  135. Tom SM, Fox CR, Trepel C., Poldrack RA (2007). Las bases neuronales de la aversión a la pérdida en la toma de decisiones bajo riesgo. Science 315, 515 – 518 10.1126 / science.1134239 [PubMed] [Cross Ref.]
  136. Tricomi EM, Delgado MR, Fiez JA (2004). Modulación de la actividad caudada por contingencia de acciones. Neuron 41, 281 – 292 10.1016 / s0896-6273 (03) 00848-1 [PubMed] [Cross Ref.]
  137. van der Meer M., Kurth-Nelson Z., Redish AD (2012). Procesamiento de la información en los sistemas de decisión. Neurocientífico 18, 342 – 359 10.1177 / 1073858411435128 [PubMed] [Cross Ref.]
  138. van Eimeren T., Ballanger B., Pellecchia G., Miyasaki JM, Lang AE, Strafella AP (2009). Los agonistas de la dopamina disminuyen la sensibilidad al valor de la corteza orbitofrontal: un desencadenante del juego patológico en la enfermedad de Parkinson. Neuropsicofarmacología 34, 2758 – 2766 10.1038 / sj.npp.npp2009124 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  139. Vazey EM, Aston-Jones G. (2012). El papel emergente de la norepinefrina en las disfunciones cognitivas de la enfermedad de Parkinson. Frente. Behav. Neurosci. 6: 48 10.3389 / fnbeh.2012.00048 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  140. Verdejo-García A., Lawrence AJ, Clark L. (2008). La impulsividad como un marcador de vulnerabilidad para los trastornos por uso de sustancias: revisión de los resultados de investigaciones de alto riesgo, jugadores con problemas y estudios de asociación genética. Neurosci. Biobehav. Rev. 32, 777 – 810 10.1016 / j.neubiorev.2007.11.003 [PubMed] [Cross Ref.]
  141. Vickery TJ, Chun MM, Lee D. (2011). Ubicuidad y especificidad de las señales de refuerzo en todo el cerebro humano. Neuron 72, 166 – 177 10.1016 / j.neuron.2011.08.011 [PubMed] [Cross Ref.]
  142. Vitaro F., Arseneault L., Tremblay RE (1999). La impulsividad predice el problema del juego en los varones adolescentes con bajo SES. Adicción 94, 565 – 575 10.1046 / j.1360-0443.1999.94456511.x [PubMed] [Cross Ref.]
  143. Voon V., Gao J., Brezing C., Symmonds M., Ekanayake V., Fernandez H., et al. (2011). Agonistas y riesgo de la dopamina: trastornos del control de impulsos en el Parkinson; enfermedad. Cerebro 134 (Pt. 5), 1438 – 1446 10.1093 / brain / awr080 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  144. Voon V., Pessiglione M., Brezing C., Gallea C., Fernandez HH, Dolan RJ, et al. (2010). Mecanismos subyacentes al sesgo de recompensa mediado por la dopamina en los comportamientos compulsivos. Neuron 65, 135 – 142 10.1016 / j.neuron.2009.12.027 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  145. Voon V., Potenza MN, Thomsen T. (2007a). Control de los impulsos relacionados con medicamentos y comportamientos repetitivos en la enfermedad de Parkinson. Curr. Opin. Neurol. 20, 484 – 492 10.1097 / WCO.0b013e32826fbc8f [PubMed] [Cross Ref.]
  146. Voon V., Rizos A., Chakravartty R., Mulholland N., Robinson S., Howell NA, y otros. (2014). Trastornos del control de impulsos en la enfermedad de Parkinson: disminución de los niveles de transportador de dopamina en el estriado. J. Neurol. Neurosurg. Psiquiatría 85, 148 – 152 10.1136 / jnnp-2013-305395 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  147. Voon V., Thomsen T., Miyasaki JM, de Souza M., Shafro A., Fox SH, y otros. (2007b). Factores asociados con el juego patológico relacionado con el fármaco dopaminérgico en la enfermedad de Parkinson. Arco. Neurol. 64, 212 – 216 10.1001 / archneur.64.2.212 [PubMed] [Cross Ref.]
  148. Apuesta TD, Rilling JK, Smith EE, Sokolik A., Casey KL, Davidson RJ, et al. (2004). Cambios inducidos por placebo en FMRI en la anticipación y experiencia del dolor. Science 303, 1162 – 1167 10.1126 / science.1093065 [PubMed] [Cross Ref.]
  149. Weintraub D., Koester J., Potenza MN, Siderowf AD, Stacy M., Voon V., et al. (2010). Trastornos de control de impulso en la enfermedad de Parkinson: un estudio transversal de pacientes con 3090. Arco. Neurol. 67, 589 – 595 10.1001 / archneurol.2010.65 [PubMed] [Cross Ref.]
  150. Weintraub D., Siderowf AD, Potenza MN, Goveas J., Morales KH, Duda JE, et al. (2006). Asociación del uso de agonistas de dopamina con trastornos del control de impulsos en la enfermedad de Parkinson. Arco. Neurol. 63, 969 – 973 10.1001 / archneur.63.7.969 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  151. Weller JA, Levin IP, Shiv B., Bechara A. (2009). Los efectos del daño interno en la toma de decisiones para ganancias y pérdidas riesgosas. Soc. Neurosci. 4, 347 – 358 10.1080 / 17470910902934400 [PubMed] [Cross Ref.]
  152. Wexler BE, Gottschalk CH, Fulbright RK, Prohovnik I., Lacadie CM, Rounsaville BJ, et al. (2001). Imagen de resonancia magnética funcional del ansia de cocaína. A.m. J. Psychiatry 158, 86 – 95 10.1176 / appi.ajp.158.1.86 [PubMed] [Cross Ref.]
  153. Wise RA, Rompre PP (1989). Dopamina cerebral y recompensa. Annu. Rev. Psychol. 40, 191 – 225 10.1146 / annurev.psych.40.1.191 [PubMed] [Cross Ref.]
  154. RA sabio (1996). Las drogas adictivas y la estimulación cerebral recompensa. Annu. Rev. Neurosci. 19, 319 – 340 10.1146 / annurev.neuro.19.1.319 [PubMed] [Cross Ref.]
  155. RA sabio (2013). El doble papel de la dopamina en la búsqueda de alimentos y drogas: la paradoja del impulso de recompensa. Biol. Psiquiatría 73, 819 – 826 10.1016 / j.biopsych.2012.09.001 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  156. Wray I., Dickerson MG (1981). Cese de los juegos de alta frecuencia y síntomas de abstinencia. Br. J. Addict. 76, 401 – 405 10.1111 / j.1360-0443.1981.tb03238.x [PubMed] [Cross Ref.]
  157. Yacubian J., Glascher J., Schroeder K., Sommer T., Braus DF, Buchel C. (2006). Sistemas disociables para predicciones de valor relacionadas con ganancias y pérdidas y errores de predicción en el cerebro humano. J. Neurosci. 26, 9530 – 9537 10.1523 / JNEUROSCI.2915-06.2006 [PubMed] [Cross Ref.]
  158. Yarkoni T., Poldrack RA, Nichols TE, Van Essen DC, Wager TD (2011). Síntesis automatizada a gran escala de datos de neuroimagen funcional humana. Nat. Métodos 8, 665 – 670 10.1038 / nmeth.1635 [Artículo gratuito de PMC] [PubMed] [Cross Ref.]
  159. Ye Z., Hammer A., ​​Camara E., Münte TF (2010). El pramipexol modula la red neuronal de anticipación de recompensa. Tararear. Cerebro Mapp. 32, 800 – 811 10.1002 / hbm.21067 [PubMed] [Cross Ref.]
  160. Zald DH, Boileau I., El-Dearedy W., Gunn R., McGlone F., Dichter GS, et al. (2004). Transmisión de dopamina en el cuerpo estriado durante tareas de recompensa monetaria. J. Neurosci. 24, 4105 – 4112 10.1523 / jneurosci.4643-03.2004 [PubMed] [Cross Ref.]
  161. Zuckerman M., Neeb M. (1979). Búsqueda de sensaciones y psicopatología. Psiquiatría Res. 1, 255 – 264 10.1016 / 0165-1781 (79) 90007-6 [PubMed] [Cross Ref.]