Justificación y consecuencias de la reclasificación de la obesidad como un trastorno adictivo: neurobiología, entorno alimentario y perspectivas de política social (2012)

Physiol Behav. 2012 Mayo 11. [Epub antes de imprimir]

Allen P, Batra P, Geiger BM, Wommack T, Gilhooly C, Pothos EN.

Fuente

Departamento de Psicología, Tufts University, Medford, MA 02155, EE. UU.

Resumen

El rápido aumento de la prevalencia de la obesidad es una prioridad para los investigadores de diversas disciplinas, incluida la biología, la ciencia nutricional y la política y salud pública. En este artículo, examinamos sistemáticamente la premisa de que la obesidad dietética común es un trastorno adictivo, basado en los criterios de adicción descritos en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) de Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association, versión IV, y consideramos las consecuencias de tal reclasificación de la obesidad para la política pública. Específicamente, analizamos la evidencia de estudios en humanos y animales que investigan los efectos de diversos tipos y cantidades de alimentos y el entorno alimentario en individuos obesos. Los estudios neurobiológicos han demostrado que las vías cerebrales hedónicas activadas por alimentos sabrosos se superponen considerablemente con las activadas por drogas de abuso y sufren déficits significativos después de la exposición crónica a dietas de alta energía. Además, los alimentos como estímulo pueden inducir los patrones de sensibilización, compulsión y recaída observados en individuos adictos a las drogas ilícitas.

El entorno alimentario actual fomenta estos comportamientos adictivos en los que el aumento de la exposición a través de anuncios, la proximidad y el aumento del tamaño de las porciones son rutinarios. Tomando lecciones de la experiencia del tabaco, está claro que la reclasificación de la obesidad alimentaria común como un trastorno adictivo requeriría cambios en las políticas (por ejemplo, esfuerzos regulatorios, estrategias económicas y enfoques educativos). Estas políticas podrían ser fundamentales para abordar la epidemia de obesidad, al alentar a la industria alimentaria y al liderazgo político a colaborar con la comunidad científica y médica para establecer enfoques terapéuticos nuevos y más efectivos.