Desafíos psicológicos y forenses con respecto al consumo de pornografía por parte de los jóvenes: una revisión narrativa (2021)

Extracto: Los principales hallazgos sugieren que el El primer contacto con la pornografía comienza a la edad de 8 años., con importantes consecuencias conductuales y psicológicas, como hipersexualización, alteraciones emocionales y perpetuación de la desigualdad de género. Además, el consumo de pornografía por parte de los jóvenes se ha relacionado con la exacerbación de las parafilias, aumento de la agresión sexual y victimización, y, finalmente, se ha relacionado con un aumento de la victimización sexual en línea.

Adolescentes 2021, 1(2), 108-122; https://doi.org/10.3390/adolescents1020009

Gassó, Aina M. y Anna Bruch-Granados.

Resumen

Hoy en día, la tecnología se ha convertido en parte del día a día de gran parte de la población. Muchas de las actividades y procesos de desarrollo y socialización de menores y jóvenes se han trasladado al mundo online, generando atención e inquietud de las comunidades educativa, científica y forense. Uno de los temas más preocupantes derivados de este nuevo mundo en línea es el consumo de pornografía por parte de los adolescentes. El objetivo de esta revisión de la literatura es llamar la atención sobre las consecuencias y perturbaciones emocionales derivadas del consumo de pornografía en jóvenes, así como las implicaciones forenses de este fenómeno, entre las que se encuentran las parafilias, la perpetración y victimización de agresiones sexuales, y el desarrollo de nuevas formas de victimización sexual en línea. Los principales hallazgos sugieren que el primer contacto con la pornografía comienza a la edad de 8 años, con importantes consecuencias conductuales y psicológicas, como hipersexualización, alteraciones emocionales y la perpetuación de la desigualdad de género. Además, el consumo de pornografía por parte de los jóvenes se ha relacionado con la exacerbación de las parafilias, un aumento de la perpetración y victimización de agresiones sexuales y, finalmente, se ha relacionado con un aumento de la victimización sexual en línea. Se discuten las implicaciones y futuras líneas de investigación.
Palabras clave: pornografía; adolescentes; desafíos forenses; juventud; sexualidad

1. Introducción

Desde una perspectiva psicológica, la sexualidad se entiende como la conjunción entre factores anatómicos, fisiológicos y psicológicos, y todos los fenómenos emocionales y conductuales vinculados al sexo, que comienzan a consolidarse durante la adolescencia. La identidad sexual comienza a desarrollarse durante la infancia y puede ser modificada por diferentes factores, incluidos los sociales y externos. Desde esa perspectiva, tener acceso a la pornografía se convierte en un tema importante y relevante para adolescentes y jóvenes [1]. Los jóvenes han sido definidos por la Organización Mundial de la Salud como individuos de 10 a 24 años de edad y, a los efectos de esta investigación, nos referiremos a los jóvenes y los jóvenes de forma independiente, entendiendo que son individuos de entre 10 y 24 años.
Desde la inclusión de Internet y las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en las actividades diarias, la sociedad ha experimentado cambios en muchas áreas y la interacción social ha evolucionado especialmente a un ritmo acelerado. El desarrollo de nuevos dispositivos inteligentes con acceso inmediato y autónomo a Internet ha permitido la comunicación instantánea y el acceso ilimitado e inmediato a cualquier tipo de contenido, incluida la pornografía. La pornografía no es un fenómeno reciente o nuevo y su aparición se remonta a los antiguos griegos [2]; sin embargo, la nueva pornografía que ha aparecido con la irrupción de nuevos dispositivos tecnológicos tiene características intrínsecas diferentes y únicas, que la diferencian de la “vieja pornografía”. Ballester y col. [1] definirlo con lo siguiente:
  • Calidad de imagen: la nueva pornografía se basa en grabaciones de alta calidad que mejoran constantemente la calidad de la imagen.
  • Asequible: la nueva pornografía es ampliamente asequible y la mayor parte es completamente gratuita.
  • Accesible: Existe una oferta amplia e ilimitada, a la que se puede acceder sin restricciones y que se puede ver desde cualquier dispositivo.
  • Contenido sexual ilimitado: las prácticas sexuales que se muestran en la "nueva pornografía" no tienen límites, incluidas las prácticas sexuales de riesgo o incluso las ilegales.
La literatura muestra que entre el 7 y el 59% de los adolescentes acceden y consumen intencionalmente pornografía [3]. La amplia gama y variabilidad en las tasas de prevalencia informadas del consumo de pornografía en adolescentes se debe a las diferencias en las muestras, la edad de los participantes y los medios de consumo. Las tasas de prevalencia para cualquier tipo de consumo (intencional versus no intencional) pueden oscilar entre el 7 y el 71%, dependiendo de las medidas utilizadas [3]. Además, los estudios que analizan las diferencias de género encontraron que el 93% de los niños y el 52% de las niñas de entre 16 y 19 años habían visto material pornográfico en los últimos seis meses [4]. Estas diferencias de género también fueron reportadas por Ballester, Orte y Pozo [5], cuyos resultados muestran que el consumo de pornografía en línea es significativamente mayor entre los niños (90.5%) que entre las niñas (50%), y los participantes masculinos también informan una mayor frecuencia de consumo que las participantes femeninas.
Una investigación centrada en las diferencias de edad encontró que el 50% de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años ven pornografía en línea [6]. Además, Ballester et al. [1] informó que casi el 70% de los jóvenes españoles de entre 16 y 29 años consumen pornografía. Sus resultados muestran que la edad del primer contacto con la pornografía ha avanzado en España, con los niños que tienen su primer contacto con la pornografía a una edad media de 8 años y un consumo generalizado a partir de los 13-14 años [1].
La difusión de la propiedad de teléfonos móviles significa que se puede acceder a la pornografía prácticamente en cualquier lugar y que los jóvenes la ven tanto en privado como en grupos. Esta nueva forma de acceder y consumir pornografía tiene un claro impacto en el comportamiento sexual, las relaciones de género, la agresión sexual y la sexualidad, especialmente en los menores, quienes son sensiblemente vulnerables al contenido pornográfico, a medida que desarrollan su sexualidad [3].
Un estudio reciente indicó que el 40.7% de los participantes informaron haber sufrido consecuencias negativas relacionadas con el consumo de pornografía, ya sea a nivel personal, social, académico o profesional [7]. Numerosos autores han señalado que el consumo de pornografía en menores se asocia a diversas consecuencias negativas [1,5,7,8]. Por ejemplo, Burbano y Brito [8] afirmó que ver pornografía tiene un impacto directo en el desarrollo psicosexual de los adolescentes, creando modelos educativos engañosos e inexactos con respecto a la sexualidad. Además, Peter y Valkenburg [3] encontró que ver pornografía en la adolescencia está asociado con la aparición y el aumento de conductas sexuales de riesgo, como tener relaciones sexuales sin protección, tener relaciones sexuales con muchas parejas o un aumento en la perpetración y victimización de agresión sexual. Además, Burbano y Brito [8] demostró que consumir pornografía en etapas tempranas, especialmente cuando era menor de edad, está asociado con nuevas formas de victimización sexual en línea, como el sexting o el grooming en línea.
Además, la literatura ha mostrado un vínculo entre el consumo de pornografía por parte de los jóvenes y las implicaciones forenses y legales. Estudios recientes han destacado una asociación entre un consumo temprano de material sexualmente explícito y la aparición y exacerbación de parafilias como el voyerismo y el exhibicionismo [9,10]. Además, la investigación ha apuntado hacia una relación modulada entre el consumo temprano de pornografía y el consumo compulsivo y un aumento en la perpetración de agresión sexual por parte de hombres y victimización por agresión sexual en mujeres [3]. Finalmente, hallazgos recientes sugieren un vínculo entre el consumo temprano de pornografía y una mayor participación en conductas sexuales en línea, como el sexting, que puede conducir a una mayor victimización sexual en línea, como la sextorsión o el acicalamiento en línea [11].
Así, el objetivo de este trabajo fue analizar lo que se conoce hasta el momento sobre el impacto y las consecuencias que tiene el consumo intencional de pornografía en los jóvenes, con un enfoque en los desafíos e implicaciones forenses que este fenómeno está teniendo en los jóvenes.

2. Métodos

En los últimos años, ha aumentado el volumen de investigaciones sobre el consumo de pornografía. Varios estudios han destacado los efectos de dicho consumo en el desarrollo social y sexual de los jóvenes y otras implicaciones forenses relacionadas que pueden tener consecuencias psicológicas y legales negativas. Esta revisión narrativa tiene como objetivo identificar investigaciones empíricas y no empíricas que abordan la asociación entre el consumo de pornografía en los jóvenes y las consecuencias sociales, sexuales y psicológicas, así como otras implicaciones forenses. Una revisión narrativa es una publicación que describe y discute el estado de la ciencia de un tema o tema específico desde un punto de vista teórico y contextual [12]. A los efectos de este trabajo, se realizó una revisión narrativa como un primer acercamiento y aproximación al estado de la cuestión sobre el consumo de pornografía en los jóvenes, teniendo en cuenta sus limitaciones, incluida la investigación española, a las revisiones anteriores sobre el tema. Creemos que desde la publicación de la revisión sistemática de Peter y Valkenburg (2016), se han realizado contribuciones relevantes con respecto a la exposición intencional de los jóvenes a la pornografía, y este estudio tiene como objetivo revisar esas y otras contribuciones, incluida la literatura española, para examinar el estado real de la pornografía. la pregunta. Consideramos que este tema es de considerable relevancia para los padres, la comunidad educativa y los profesionales de la salud que trabajan con jóvenes que podrían verse afectados por este fenómeno.
Los criterios para la inclusión en la revisión fueron los siguientes:
  • Investigación (ya sea empírica o no empírica pero excluyendo tesis doctorales) que explora el consumo de pornografía en la población adolescente y joven
  • Investigación que examina la asociación entre el consumo de pornografía en los jóvenes y las consecuencias sociales, sexuales y psicológicas
  • Estudios que investigan la asociación entre el consumo de pornografía en los jóvenes y las implicaciones legales o forenses
Los datos incluidos en esta revisión se recopilaron durante octubre, noviembre y diciembre de 2020. La búsqueda incluyó investigaciones empíricas y no empíricas de 2000 a 2020, y se incluyeron investigaciones tanto en inglés como en español. Se realizaron búsquedas en las siguientes bases de datos: SCOPUS, PsychInfo, MEDLINE y PUBMED, utilizando las palabras clave "pornografía", "juventud", "adolescencia", "menores", "adolescentes" y "consecuencias". Además, se examinaron las listas de referencias de los artículos revisados ​​en relación con el tema de investigación. Los jóvenes han sido definidos por la Organización Mundial de la Salud como individuos de 10 a 24 años de edad y, a los efectos de esta investigación, nos referimos a los jóvenes y los jóvenes de forma independiente, entendiendo que son personas de entre 10 y 24 años. Además, cabe señalar que la mayoría de los estudios revisados ​​no especificaron el tipo de pornografía utilizada en su investigación (heterosexual, queer, feminista, etc.), y los estudios que lo hicieron, analizaron exclusivamente la pornografía heterosexual.

3. Resultados

En total, se incluyeron 30 artículos en la revisión narrativa. De los 30 artículos, 18 estaban en inglés (60%) y 8 en español (26.7%). De la muestra total de artículos revisados, 18 fueron artículos empíricos (60%), y los años de publicación variaron de 2004 a 2020. Los resultados con respecto a detalles específicos de los artículos analizados se muestran en Tabla 1.
Tabla 1. Detalles de los estudios incluidos en la revisión.

3.1. Problemas sociales y psicológicos asociados con el consumo de pornografía en adolescentes

3.1.1. Adicción a la pornografía

Como se mencionó anteriormente, ver y consumir pornografía es una práctica muy extendida entre los jóvenes de hoy en día. Teniendo en cuenta esa afirmación, cobra relevancia destacar que, si bien el consumo de pornografía puede iniciarse en edades tempranas (típicamente durante la adolescencia), no suele ser hasta la edad adulta cuando se manifiestan dificultades o alteraciones asociadas a su consumo. Uno de los principales problemas con respecto al consumo de pornografía es que los estímulos visuales inmediatos, de fácil acceso y poco realistas refuerzan y facilitan la adicción (Ledesma 2017).
Laier, Pawlikowski, Pekal y Paul [36] concluyó en su investigación que la adicción a la pornografía online y las adicciones a sustancias comparten mecanismos neurobiológicos básicos subyacentes y que son procesos análogos que producen en el adicto la necesidad de una dosis mayor y más frecuente, con la particularidad de que en el consumo de pornografía, los estímulos son más inmediatos. y de acceso más fácil (a través de un clic) que las drogas.
La investigación adicional también ha establecido una clara asociación entre el abuso de sustancias y las adicciones conductuales. Ambas categorías comparten características comunes, como la tolerancia al estímulo adictivo y rutas neurobiológicas compartidas. Grant, Brewer y Potenza [37] han destacado tres síntomas comunes tanto del abuso de sustancias como de las adicciones conductuales: hiperreactividad al estímulo adictivo, un efecto anestésico del placer y deterioro gradual de la voluntad. Dodge (2008) analizó los cambios neuroplásticos en aquellos que consumían pornografía compulsiva y crónica, encontrando que los individuos que eran adictos necesitaban más material pornográfico, nuevos estímulos y contenido más difícil para mantener los mismos niveles de excitación. Una revisión de la literatura reciente concluyó que el uso de pornografía en línea está en aumento, con un potencial de adicción considerando la influencia de la “triple A”: accesibilidad, asequibilidad y anonimato [15]. Según los autores, este uso y abuso problemático de la pornografía podría tener efectos adversos en el desarrollo sexual y el funcionamiento sexual, especialmente entre la población joven [15].
Finalmente, el consumo repetido y compulsivo de pornografía también puede tener importantes implicaciones y alteraciones en la juventud. Un estudio reciente mostró que el 60% de la muestra analizada mostraba serias dificultades para tener erecciones o emocionarse con sus parejas reales, pero podía hacerlo al ver contenido pornográfico en línea [33]. Investigaciones adicionales que utilizaron exploraciones de imágenes de resonancia magnética 3T también encontraron una asociación entre la cantidad de horas a la semana que se dedican a ver contenido pornográfico y alteraciones cerebrales estructurales y funcionales, con hallazgos específicos que muestran una asociación negativa entre las horas de pornografía reportadas por semana y la actividad funcional durante una señal sexual. –Paradigma de reactividad en el putamen izquierdo [38]. Kühn y Gallinat [38] informó que sus hallazgos evidenciaron que aquellos que consumieron pornografía por una mayor cantidad de tiempo habían desarrollado tolerancia a dicho contenido, confirmando la hipótesis de que una alta exposición a estímulos pornográficos puede resultar en una disminución en la respuesta neurológica a los estímulos sexuales naturales. A pesar de que los resultados de Kühn y Gallinat se obtuvieron utilizando una muestra de adultos de entre 21 y 45 años de edad, se podría esperar que el consumo prolongado de pornografía comience a tener un efecto en el cerebro en una etapa anterior de la vida, como la juventud. [38].

3.1.2. Hipersexualización e hipersexualidad

Se ha visto que algunas consecuencias de consumir y ser adicto a la pornografía son experimentar un aumento de la sexualidad (hipersexualidad), hipersexualización del entorno y las relaciones íntimas, y desarrollar una adicción al sexo (autoerotismo o con parejas sexuales). En este sentido, Fagan [19] declaró en su revisión que el consumo de pornografía distorsiona significativamente las actitudes e ideas sobre la naturaleza de las relaciones sexuales. Con respecto a las conductas compulsivas o la adicción sexual, Cooper, Galdbreath y Becker [39] informó que los participantes llevaban a cabo actividad sexual en línea para enfrentar problemas diarios, y otras investigaciones han relacionado el consumo de pornografía con comportamientos compulsivos e impulsivos [23]. Si bien los resultados de ambos autores se obtienen con una muestra de adultos (+18), es importante señalar que la juventud es un período de vida especialmente impulsivo, lo que podría estar íntimamente relacionado con sus hallazgos. Al respecto, Efrati y Gola [17] confirmó que los jóvenes que presentan comportamiento sexual compulsivo (CSB) tienen una mayor frecuencia de uso de pornografía [17].
Varios estudios han establecido el efecto del consumo de pornografía y su influencia en las actitudes sexuales, los valores morales y la actividad sexual de los jóvenes [5,8,20]. Dado que los jóvenes a menudo afirman que utilizan la pornografía como una forma de obtener conocimiento e información sexual, podría ser plausible considerar que dicho consumo puede tener un efecto e impacto en su conocimiento sobre la sexualidad y sus prácticas sexuales posteriores [3,20,25,27]. Hasta la fecha, la literatura ha demostrado que el consumo de pornografía puede afectar el conocimiento de los jóvenes sobre la sexualidad en prácticas como el comportamiento sexual compulsivo, la actividad sexual precoz y una mayor variedad de prácticas sexuales [4]. Además, el consumo de pornografía tiene un efecto de aprendizaje en los jóvenes que podrían terminar emulando videos pornográficos en la vida real, además de participar en prácticas sexuales de alto riesgo que han visto en línea [3,13,29]. Otros estudios han demostrado la relación entre el consumo de pornografía en jóvenes con un aumento significativo de la incertidumbre sobre su propia sexualidad y actitudes más positivas hacia la exploración sexual sin compromiso [26].
La laxitud y permisividad que puede promover la pornografía con respecto a la vivencia de la sexualidad tienen un impacto directo en la forma en que se concibe y se practica, por lo que algunos datos resaltan que el consumo de pornografía puede conducir a un aumento de la sexualidad (hipersexualidad), entendido como un comportamiento sexual impulsivo y compulsivo [17,33]. Teniendo en cuenta que el consumo de pornografía suele iniciarse a una edad temprana, se puede deducir que ante este consumo, los jóvenes pueden estar exponiéndose a factores de riesgo para desarrollar una sexualidad no adaptativa. En este sentido, se ha encontrado que los jóvenes que consumen más pornografía tienen actitudes sexuales más permisivas, creencias y valores sexuales poco realistas, y han surgido hallazgos consistentes que vinculan el uso de pornografía por parte de los adolescentes que representa la violencia con mayores grados de comportamiento sexualmente agresivo [20,25].
La investigación ha demostrado que consumir pornografía puede estar relacionado con el desarrollo de comportamientos hipersexualizados y que la hipersexualidad puede conducir a experiencias de riesgo, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar problemas de salud física y mental [19]. En cuanto a la hipersexualidad en adolescentes y jóvenes, se ha encontrado que quienes presentan comportamiento sexual compulsivo (CSB) reportaron una mayor frecuencia de uso de pornografía y más actividades en línea relacionadas con el sexo que los adolescentes con menor frecuencia de consumo de pornografía, lo que resalta el rol de consumo de pornografía en comportamientos sexuales alterados en la juventud [17]. Asimismo, un estudio sueco realizado con 4026 adolescentes (18 años) mostró que el consumo frecuente de pornografía se asoció con muchos problemas de comportamiento, e informó que los usuarios frecuentes de pornografía tenían un mayor deseo sexual y habían vendido sexo con más frecuencia que otros chicos. misma edad [31].

3.1.3. Ritualización o distorsión de relaciones interpersonales y sexuales

Además, la literatura reciente ha destacado el impacto del consumo de pornografía en los comportamientos sexuales y la igualdad de género. El hecho de que los jóvenes consuman pornografía con fines educativos, debido a la falta de referencias en educación sexual, es particularmente relevante. Este hábito puede contribuir a la aparición de patrones de imitación, al intentar copiar y reproducir en sus propios encuentros sexuales las prácticas sexuales aprendidas de la pornografía, y algunos jóvenes pueden sentirse presionados a hacer o imitar dicho contenido pornográfico en la vida real, con el riesgo de de presentar consecuencias disfuncionales para ellos mismos o para otros [29].
El rápido desarrollo de Internet ha sido un factor condicionante del consumo de pornografía. El mundo online posibilita y facilita la creación de nuevas formas de interacción social, con la posibilidad de realizar prácticas sexuales desinhibidas. En muchos casos, estas prácticas sexuales en línea son indiscriminadas, anónimas, no comprometidas, fáciles y exentas de responsabilidades, lo que puede condicionar y distorsionar significativamente la comprensión de la sexualidad y el afecto, especialmente en la juventud. Un informe reciente desarrollado por Save the Children estableció que casi el 15% de su muestra de adolescentes (de 14 a 17 años) informó que el consumo frecuente de pornografía había afectado gravemente sus relaciones personales, y el 37.4% informó que había afectado sus relaciones personales "mucho "[13].
Ballester y col. (2014) indicó que uno de los efectos más relevantes del consumo de nueva pornografía en los jóvenes es la creciente ritualización de las relaciones, modificando la comprensión de las relaciones sociales, las expectativas, los criterios para evaluarlas, las modalidades de prácticas sexuales deseadas, y otros aspectos. de las relaciones interpersonales. En su investigación, realizada con una muestra de 37 participantes de 16 a 29 años de edad y una submuestra de 19 participantes de 16 a 22 años de edad, Ballester et al. [5] encontró que una actitud que se modifica claramente debido al consumo de pornografía en los jóvenes es la aceptación de prácticas sexuales de alto riesgo, como el sexo vaginal sin condón, el cambio frecuente de pareja, el sexo en grupo, el sexo anal sin condón con diferentes parejas, Etcétera.
Además, un estudio reciente destacó que ritualizar las relaciones íntimas puede tener diversas consecuencias, entre las que destacan las crecientes dificultades para establecer y mantener relaciones interpersonales sexuales y efectivas, expectativas distorsionadas, que pueden resultar en mayores fracasos en la interacción social y bajos niveles de globalización. funcionalidad [1]. En particular, en su revisión, señalaron que una de las posibles consecuencias negativas de la exposición a nueva pornografía es que puede llevar a los jóvenes a creer que deben emular las prácticas que han observado (por ejemplo, sexo no consensuado, violencia prácticas sexuales, copiar actividades ilegales observadas en pornografía extrema o participar en prácticas sexuales de riesgo vistas en Internet), sin una convicción clara o educación sobre la sexualidad sana y segura. Finalmente, se sugiere que como resultado del consumo de pornografía, puede haber una escalada de prácticas "duras", ya que los consumidores necesitan estímulos más grandes y violentos para alcanzar la satisfacción después de una exposición frecuente a contenido sexual [1].
Cabe señalar que las identidades sexuales de los jóvenes están moldeadas por la educación e información que reciben y son moduladas por las experiencias que viven. Teniendo en cuenta esta premisa, uno de los riesgos de que los jóvenes consuman pornografía es que la visión poco realista del sexo que se muestra en la pornografía puede actuar como un "mentor sexual", mejorando así un conocimiento distorsionado de lo que deberían ser las relaciones sexuales saludables [18].
En su investigación, Esquit y Alvarado [18] llegó a la conclusión de que el consumo de pornografía puede afectar negativamente el desarrollo psicosexual de los jóvenes, incluidas consecuencias como la predisposición a desarrollar dependencia o adicción a la pornografía, desarrollo sexual anormal y expectativas poco realistas, predisposición a la promiscuidad, falta de métodos anticonceptivos, vulnerabilidad a las enfermedades de transmisión sexual y una distorsión de los parámetros del comportamiento sexual saludable y la autoimagen.
Además, consumir pornografía en las primeras etapas de la juventud puede facilitar el desarrollo de ideas distorsionadas relacionadas con los roles de género en las relaciones sexuales (como entender a los hombres como el género dominante y a las mujeres como sumisas o como un objeto sexual), lo que podría favorecer la normalización de la patología. comportamientos sexuales, distorsiones en las relaciones sexuales y la aparición de comportamientos antinormativos, antisociales o violentos, como se verá a lo largo del trabajo. Al respecto, Stanley et al. [30] encontraron en su investigación que el consumo de pornografía regular se asoció con una mayor tendencia a tener actitudes de género negativas y con niveles más altos de perpetración de coerción y abuso sexual, destacando una relación positiva entre dicho consumo y coerción, abuso sexual y comportamientos. como "sexting".

3.2. Implicaciones forenses y desafíos asociados con el consumo de pornografía en los jóvenes

Además de la asociación antes mencionada entre el consumo de pornografía y las consecuencias sociales, psicológicas y sexuales, el consumo de pornografía también se ha asociado con conductas legales y delictivas que tienen un impacto directo en la práctica forense. Así, el presente estudio analizará algunos de los desafíos e implicaciones forenses asociados al consumo de pornografía en la juventud, como el desarrollo de parafilias asociadas al consumo de pornografía, el aumento de la perpetración y victimización de agresiones sexuales en jóvenes y, finalmente, como causalidad y consecuencia, el desarrollo de nuevas formas de victimización sexual en línea relacionadas con la pornografía, como el sexting y el grooming en línea.

3.2.1. Consumo de pornografía y parafilias

La relación entre el consumo de pornografía y el desarrollo de tendencias sexuales inadaptadas es heterogénea y no concluyente. En este sentido, Ybarra y Mitchell (2005) encontraron una asociación entre el consumo de pornografía en los jóvenes y la participación en conductas delictivas, el abuso de sustancias, la depresión y un apego inseguro, lo que sugiere que el consumo de pornografía en los jóvenes podría estar contribuyendo al desarrollo de parafilias.
La mayoría de los autores señalan que la asociación entre el consumo de pornografía y las parafilias no es directa, y destacan que consumir pornografía podría ser una forma de descubrir, desencadenar y / o exacerbar una parafilia subyacente y no desarrollada [9]. En este sentido, la investigación ha encontrado que a mayor y más temprana exposición al contenido sexual, mayor es el riesgo de desarrollar parafilias [10]. Así, las parafilias asociadas con mayor frecuencia al consumo de pornografía son el voyerismo y el exhibicionismo [9,10]. El voyeurismo, como parafilia, se asocia con el consumo de pornografía por el cual la persona mira contenido sexual erótico, pero también el consumo de pornografía le da al voyeur la oportunidad de ver contenido que no ha sido filmado con la intención de crear pornografía y alimentar sus fantasías voyeuristas [9]. Además, la asociación entre exhibicionismo y consumo de pornografía se hace evidente al ver que los exhibicionistas de accesibilidad tienen que mostrar sus órganos sexuales en línea a través de cámaras web o grabar contenido sexual de producción propia y subirlo en línea [9].
Finalmente, a pesar de que no se ha podido establecer una relación directa entre el consumo de pornografía y el desarrollo de otras parafilias, ha quedado claro que consumir pornografía “hardcore” o contenido violento puede facilitar el desarrollo de parafilias, como el sadismo sexual. o pedofilia, y además, fomentar y exacerbar el deseo de llevar a cabo conductas delictivas ya sea en el espacio físico (como agresiones sexuales o pederastia) o en el espacio virtual (como sexting o grooming online) [9]. Además, alguna literatura ha demostrado que el consumo de pornografía sigue una progresión gradual dependiendo de la primera edad de consumo. Estos hallazgos se extrajeron de un estudio de muestra de adultos, pero destacó que las personas que comenzaron la exposición intencional a la pornografía en etapas anteriores mostraron una mayor probabilidad de consumir pornografía no convencional y parafílica más adelante, en comparación con aquellos que fueron expuestos intencionalmente a la pornografía en una edad mayor [40]. A partir de estos resultados, se podría inferir que si la exposición intencional temprana a la pornografía está relacionada con el consumo de pornografía parafílica en etapas posteriores en adultos, cuanto antes comience la exposición, mayor efecto podría tener en el consumidor, lo que significa que si comienza la exposición intencional en la juventud, los efectos de una exposición tan temprana pueden ser incluso mayores que los que se encuentran en los adultos.

3.2.2. Perpetración y victimización de agresión sexual

Como se mencionó anteriormente, Sánchez e Iruarrizaga [9] sugieren que consumir pornografía puede fomentar y facilitar la comisión de delitos sexuales porque puede contribuir a la normalización de ciertos comportamientos violentos dentro de las relaciones sexuales. Un estudio reciente realizado con adolescentes españoles encontró que el 72% de la muestra consideró que el contenido de pornografía que consumían era violento [13], y han surgido hallazgos consistentes que vinculan el uso adolescente de pornografía que representa violencia con mayores grados de comportamiento sexualmente agresivo [25]. Además, diversas investigaciones han encontrado una sólida correlación entre el consumo de pornografía en menores y un aumento de agresiones sexuales físicas, especialmente en menores que consumieron contenido pornográfico violento [14,41]. En este sentido, Ybarra et al. [41] realizó un estudio longitudinal con 1588 adolescentes (entre 14 y 19 años) y observó que los menores que habían consumido pornografía violenta tenían seis veces más probabilidades de cometer conductas sexualmente agresivas.
Un estudio realizado por Ybarra y Mitchell [35] encontró que, de todos los hombres que presentaban riesgos de mostrar comportamientos violentos, aquellos que consumían pornografía con frecuencia tenían cuatro veces más probabilidades de agredir sexualmente a alguien que los hombres que no consumían pornografía con frecuencia. Además, una revisión bibliográfica reciente destacó la relación entre el consumo de pornografía y las agresiones sexuales en adolescentes [3].
Con respecto a la perpetración de agresión sexual provocada por el consumo de pornografía, la investigación realizada por Bonino et al. [14] con una muestra de adolescentes italianos demostró que el consumo de pornografía se asociaba con el acoso sexual a una pareja u obligar a alguien a mantener relaciones sexuales. Además, el estudio realizado por Ybarra et al., [41] encontró que la perpetración de agresión sexual estaba asociada con el consumo de material pornográfico violento pero no con el consumo de pornografía no violenta en general. Además, Stanley et al. [30] llevó a cabo un estudio con una muestra de 4564 adolescentes de entre 14 y 17 años y descubrió que la comisión de abusos y coerción sexual por parte de los niños estaba significativamente asociada con la visualización regular de pornografía en línea.
Finalmente, con respecto al consumo de pornografía y la victimización sexual, Bonino et al. [14] en su muestra de adolescentes italianas descubrió que las niñas que habían consumido más contenido pornográfico tenían más probabilidades de ser víctimas de violencia sexual que las niñas que no habían consumido tanta pornografía.

3.2.3. Sexting y otras formas de victimización sexual en línea

El rápido desarrollo de nuevas tecnologías y la comunicación instantánea a través de Internet ha traído el desarrollo de nuevas formas de interacción social. Algunas de estas formas de interacción social no son dañinas ni tienen efectos negativos; sin embargo, el entorno en línea puede entrañar riesgos que pueden permitir el desarrollo de nuevas formas de victimización en línea, tanto no sexual como sexual. Como tal, el consumo de pornografía por parte de los jóvenes se ha asociado con una nueva forma de interacción sexual en línea conocida como sexting [8]. Sextear se refiere a enviar, recibir o reenviar mensajes de texto, imágenes o videos sexualmente explícitos a través de dispositivos electrónicos, especialmente teléfonos móviles. La literatura anterior ha encontrado que los participantes que participaron en el sexteo tenían más actitudes de aceptación hacia el consumo de pornografía y consumían más pornografía ellos mismos que aquellos que no participaban en comportamientos de sexteo. En este sentido, una investigación realizada con una muestra de 4564 adolescentes europeos encontró que ver pornografía en línea se asoció con una probabilidad significativamente mayor para los niños de haber enviado imágenes / mensajes sexuales en casi todos los países estudiados [30], en línea con un informe publicado recientemente sobre el consumo de pornografía entre los adolescentes españoles [13]. El estudio realizado por Save the Children encuestó a 1680 adolescentes de entre 14 y 17 años y encontró que el 20.2% de los adolescentes que consumen pornografía han compartido contenido sexual autoproducido al menos una vez, e informaron diferencias significativas en la participación de sexting entre consumidores de pornografía y no consumidores. con consumidores que participan con más frecuencia en prácticas de sexteo que los no consumidores [13]. Además, el consumo de pornografía se ha asociado significativamente con el contacto en línea con personas desconocidas con fines sexuales, que es un comportamiento de riesgo que puede llevar a otras formas de victimización, como el acicalamiento en línea, la coacción por sexting o el abuso sexual basado en imágenes [42]. La investigación reciente presentada por Save the Children informa que el 17% de los adolescentes que consumen pornografía se han puesto en contacto con una persona desconocida en línea con fines sexuales, y que el 1.6% de los participantes que consumen pornografía informaron haber contactado con frecuencia a una persona desconocida en línea con fines sexuales [13].
El sexteo en sí mismo plantea muchos riesgos para los adolescentes, como ser víctima de la difusión no consensuada del contenido sexual o ser presionado o coaccionado para enviar contenido sexual [43]. Además, derivado de la participación en el sexting y la difusión no consensuada de contenido sexual, las personas involucradas en estas conductas pueden convertirse en víctimas de ciberacoso, ciberacoso sexual, sextorsión y, en el caso de los menores, también pueden convertirse en víctimas de grooming online. [43]. Participar en comportamientos de sexteo tiene un riesgo adicional para los menores, ya que el contenido sexual generado automáticamente puede considerarse pornografía infantil, y los adolescentes están comenzando a crear y distribuir su propia pornografía [44]. Además, la investigación ha encontrado una asociación entre el sexting y la violencia de pareja sexual entre los jóvenes, con resultados que indican que las niñas que habían sido víctimas de violencia sexual (forzadas o presionadas) tenían significativamente más probabilidades de haber enviado una imagen sexual que aquellas que no lo habían hecho. sido víctimas de violencia sexual [34].
Muchos autores han relacionado estos comportamientos y formas de victimización sexual en línea con consecuencias psicopatológicas [43]. Van Ouytsel, Van Gool, Ponnet y Walrave [45] asoció la participación en conductas de sexteo con niveles más altos de depresión, ansiedad y abuso de sustancias, mientras que Dake, Price, Maziarz y Ward [46] encontró una asociación significativa entre participar en sexting y niveles más altos de depresión y pensamientos suicidas. Además, el consumo de pornografía y la participación en comportamientos de sexteo son comportamientos riesgosos, asociados con la victimización por el grooming en línea, ya que un mayor consumo de pornografía y un mayor compromiso con el sexting aumentarían las probabilidades de ser víctima del grooming en línea [47].
Los datos antes mencionados muestran y evidencia la asociación existente entre el consumo de pornografía en menores y nuevas formas de victimización sexual online, como el sexting, el ciberacoso, la sextorsión y el grooming online. Además, confirma la asociación entre alteraciones emocionales y síntomas psicopatológicos, destacando la importancia de una evaluación precisa de los diferentes fenómenos en la práctica forense [42,43].

4. Discusiones y conclusiones

El desarrollo psicológico y la socialización de los jóvenes están experimentando cambios importantes debido a la irrupción de la tecnología en la vida diaria, y muchas de sus interacciones se han trasladado al mundo online. En este nuevo mundo virtual conocido como ciberespacio, los jóvenes tienen acceso a todo tipo de contenido, incluida la pornografía, y las investigaciones muestran que la edad de primera exposición al contenido sexual en línea en España es alrededor de los 8 años, con un consumo generalizado a partir de los 13-14 años. años [1]. En este sentido, el acceso ilimitado a dispositivos electrónicos ha permitido una nueva forma de acceder y consumir pornografía en jóvenes que puede tener un gran impacto en su desarrollo sexual y la igualdad de género en las relaciones, con la consecuente aparición de alteraciones sexuales e implicaciones forenses.
En cuanto a las consecuencias derivadas del consumo de pornografía en la juventud, los estudios indican que las características inherentes a la nueva pornografía (inmediatez y accesibilidad) refuerzan el paradigma de la adicción, resultando en un proceso similar al de la drogadicción, con vías neurobiológicas compartidas, que conducen a consecuencias disfuncionales, como cambios neuroplásticos y disfunciones sexuales en personas con adicción [33,38]. Además, consumir pornografía en etapas tempranas puede ser un factor predisponente para desarrollar comportamientos hipersexualizados; de hecho, el consumo de pornografía es el comportamiento hipersexual más frecuentemente reportado [28]. En este sentido, la investigación ha encontrado que un mayor uso de pornografía y actividades en línea relacionadas con el sexo están asociados con el comportamiento sexual compulsivo en los jóvenes, y el consumo frecuente de pornografía está asociado con muchos problemas de comportamiento, destacando el papel del consumo de pornografía en los comportamientos sexuales alterados en gente joven [17,31].
Varios estudios han establecido el efecto del consumo de pornografía y su influencia en las actitudes sexuales, los valores morales y la actividad sexual en los jóvenes [5,8,20]. Dado que los jóvenes a menudo afirman que utilizan la pornografía como una forma de obtener conocimiento e información sexual, podría ser plausible considerar que dicho consumo puede tener un efecto e impacto en su conocimiento sobre la sexualidad y sus prácticas sexuales posteriores, como las relaciones sexuales compulsivas. comportamiento, actividad sexual precoz y más variedad de prácticas sexuales [3,4,20,25,27]. Además, el consumo de pornografía puede tener un efecto de aprendizaje en los jóvenes que terminan emulando videos pornográficos en la vida real, además de participar en prácticas sexuales de alto riesgo que han visto en línea [3,13,29].
Además, el consumo de pornografía se ha asociado especialmente con una mayor tendencia a tener actitudes negativas de género [1,30]. Asimismo, la hipersexualidad y el consumo de pornografía pueden conducir a prácticas sexuales inseguras y riesgosas y están asociados con una mayor comorbilidad de trastornos del estado de ánimo y uso de sustancias. En general, la investigación ha encontrado que el consumo de pornografía puede contribuir a la ritualización o distorsión de las relaciones interpersonales y sexuales y la descontextualización de la sexualidad, que es un factor de riesgo para el desarrollo no saludable de un individuo. Se sugiere que como resultado del consumo de pornografía, puede haber una escalada de prácticas "duras", ya que los consumidores necesitan estímulos más grandes y violentos para alcanzar la satisfacción después de una exposición frecuente a contenido sexual [1]. En este sentido, cabe señalar que los jóvenes consumen pornografía, entre otros, con fines educativos, debido a la falta de referencias en la educación sexual, y esto puede contribuir a la aparición de patrones de imitación. Los jóvenes pueden sentirse presionados para hacer o imitar pornografía en la vida real, con el riesgo de presentar consecuencias disfuncionales para ellos mismos o para los demás [29].
Considerando las implicaciones forenses asociadas al consumo de pornografía en la juventud, los estudios han mostrado una asociación con el desarrollo de parafilias, como el voyerismo y el exhibicionismo, y en este sentido, se ha observado que a mayor y más temprana exposición a contenidos sexuales, cuanto más probable es que los jóvenes acaben manifestando una parafilia. Además, consumir pornografía “hardcore” o contenido sexualmente violento podría impulsar el desarrollo del sadismo sexual y la pedofilia, así como exacerbar el deseo de llevar a cabo ciertas conductas delictivas, tanto en lo físico como en lo virtual [25]. En la misma línea, la investigación ha mostrado un vínculo entre el consumo de pornografía y un mayor riesgo de victimización y perpetración de agresión sexual; los resultados indican que un mayor consumo de pornografía aumenta la probabilidad de perpetrar violencia sexual en los hombres y aumenta la probabilidad de ser víctima de violencia sexual en las mujeres [14,35]. En cuanto a las formas de victimización sexual online, el consumo de pornografía en la juventud se ha relacionado con el sexting, y esta victimización puede extenderse a otras nuevas conductas, como la difusión no consensuada de contenido sexual, el ciberacoso, la sextorsión y el grooming online. Investigaciones recientes han destacado que uno de cada cinco adolescentes que consumen pornografía ha compartido contenido sexual autoproducido, y se han encontrado diferencias significativas en los comportamientos de sexteo entre los que ven pornografía y los que no [30]. Además, el consumo de pornografía se ha asociado significativamente con el contacto en línea con personas desconocidas con fines sexuales, que es un comportamiento de riesgo que puede llevar a otras formas de victimización, como el acicalamiento en línea, la coerción con mensajes de texto o el abuso sexual basado en imágenes [42].
En conclusión, el creciente consumo de pornografía en la juventud conlleva notables riesgos e implicaciones en el desarrollo emocional y sexual de la juventud, contribuyendo a la aparición de nuevas tipologías delictivas y formas de victimización sexual online. En general, los resultados de esta revisión narrativa resaltan el impacto que el consumo de pornografía puede tener en el desarrollo social y emocional saludable de los jóvenes, especialmente cuando el consumo de contenido sexualmente explícito tiene lugar en las primeras etapas del desarrollo adolescente. Nuestros resultados indican que la exposición intencional temprana a contenido pornográfico puede influir negativamente en el comportamiento de los jóvenes al facilitar la hipersexualización y contribuir a la perpetuación de los patrones de desigualdad de género en las relaciones sexuales y emocionales. Además, el consumo temprano de pornografía se ha relacionado con varias implicaciones forenses, como la exacerbación de las parafilias y el aumento de la perpetración y victimización de agresiones sexuales en línea y fuera de línea, lo que, a su vez, puede tener un impacto negativo en el desarrollo de la juventud. Las líneas de investigación futuras deben evaluar el impacto real, inmediato y futuro de los problemas y desafíos presentados, así como establecer planes específicos de prevención, detección e intervención dirigidos a grupos vulnerables.

Limitaciones

Este estudio se ha realizado como una revisión narrativa para identificar investigaciones empíricas y no empíricas que abordan la asociación entre el consumo de pornografía en los jóvenes y las consecuencias sociales, sexuales y psicológicas, así como otras implicaciones forenses, lo que permite un primer acercamiento y aproximación a el estado de la cuestión y los desafíos psicológicos y forenses relacionados con el consumo de pornografía en los jóvenes. Se debe realizar un estudio adicional y más profundo del tema presentado utilizando una metodología de revisión sistemática y, por lo tanto, los resultados presentados en el estudio deben generalizarse con cautela. Cabe señalar que los avances tecnológicos significan que la literatura en este campo se fecha muy rápidamente y los artículos de 2012 y anteriores pueden no reflejar completamente la imagen actual. Asimismo, cabe señalar que la mayoría de los estudios revisados ​​no especificaron el tipo de pornografía utilizada en su investigación (heterosexual, queer, feminista, etc.) y, los estudios que sí lo hicieron, analizaron exclusivamente la pornografía heterosexual. La investigación adicional debería evaluar el impacto de los diferentes tipos de pornografía en la población joven.

Contribuciones de autor

Conceptualización, AMG y AB-G .; metodología, AMG y AB-G .; redacción — preparación del borrador original, AB-G .; redacción: revisión y edición, AMG Todos los autores han leído y aceptado la versión publicada del manuscrito.

Oportunidades

Esta investigación no recibió financiación externa.

Declaración de la Junta de Revisión Institucional

No aplica.

Declaración de consentimiento informado

No aplica.

Conflictos de Interés

Los autores declaran no tener conflicto de intereses.