Evaluación y valor hedónico en la elección de pareja (2018)

chaqueta de roedor.jpg

Gil g rosenthal

Zoología actual, zoy054, https://doi.org/10.1093/cz/zoy054

Publicado: Julio 04 2018

Resumen

Las preferencias de apareamiento pueden mostrar una variación extrema dentro y entre los individuos, incluso cuando se conservan las entradas sensoriales. Esta variación es el resultado de cambios asociados con los mecanismos de evaluación que asignan un valor hedónico positivo, neutral o negativo a los estímulos, es decir, los etiquetan como atractivos, poco interesantes o poco atractivos. Existe una amplia evidencia de comportamiento de las diferencias en los genes, las señales ambientales o la experiencia social que llevan a cambios notables en el valor hedónico de los estímulos. La evaluación se realiza a través de una serie de mecanismos que son fácilmente modificables a través de cambios genéticos o aportes ambientales, y que a menudo pueden resultar en la rápida adquisición o pérdida de las preferencias de comportamiento. Las reversiones de preferencia derivadas de "vueltas" en valor hedónico pueden ser bastante comunes. La incorporación de dichos cambios discontinuos en modelos de evolución de preferencias puede iluminar nuestra comprensión de procesos como la diversificación de rasgos, el conflicto sexual y la especiación simpátrica.


EXTRACTOS RELEVANTES:

Reversiones dependientes de la experiencia en valor hedónico.

Los seleccionadores entre los taxones de vertebrados e invertebrados muestran preferencias que pueden modificarse notablemente por la experiencia. Estas experiencias van desde los efectos de toda la vida en el desarrollo temprano hasta los efectos a corto plazo durante el curso de las interacciones de cortejo. En algunos casos, los efectos de la experiencia pueden relacionarse directamente con la modificación sensorial, por ejemplo, la regulación diferencial de los receptores odorantes en respuesta a la exposición olfativa (Nevitt et al. 1994). En muchos más, tal aumento de la sensibilidad periférica a un estímulo familiar no se puede descartar. Sin embargo, hay incluso más casos en los que podemos estar seguros de que una preferencia dependiente de la experiencia implica un cambio en el valor hedónico en el contexto de una respuesta sensorial conservada. Este es el caso de la impronta sexual en pinzones de cebra, donde los individuos desarrollan preferencias por los estímulos encontrados en el padre del sexo opuesto y antipatías por los del padre samesex (diez Cate et al. 2006). En una variedad de especies, la exposición al peligro, como las señales de depredadores, hace que los elegidos pierdan o reviertan sus preferencias por los ornamentos que proporcionan una mayor estimulación sensorial (Berglund 1993; Pilakouta y Alonzo 2014). Un efecto similar ocurre en la copia de pareja, donde las hembras prefieren a un macho que antes no era atractivo cuando se aparea con señales proceptivas de otra hembra (Mery et al. 2009; Santos et al. 2014; Vakirtzis 2011). Los seleccionadores a menudo modifican sus preferencias con la edad de maneras que probablemente no surjan de los cambios sensoriales. Por ejemplo, los bowerbirds satinados femeninos se sobresaltan con las exhibiciones de cortejo de alta intensidad cuando son jóvenes, pero prefieren cortejar vigorosamente a los machos cuando son mayores: el estímulo más conspicuo pasa de aversivo a atractivo presumiblemente como consecuencia de que las hembras aprenden a distinguir el cortejo de los estímulos amenazadores al. 2004).

Aprendizaje asociativo

El aprendizaje asociativo proporciona una vía final y ubicua para asignar valor hedónico a los estímulos. En pocas palabras, los estímulos arbitrarios asociados con buenas experiencias en el contexto de la elección de pareja se vuelven atractivos, los asociados con malas experiencias se vuelven poco atractivos. Por ejemplo, Coria-Avila y sus colegas (2005) encontraron que las hembras aprendieron a preferir un olor arbitrario aplicado a las ratas macho en el contexto de la "cópula con ritmo", donde las hembras podían controlar la tasa de apareamiento, pero no en un contexto "sin ritmo" donde las tuvo que defenderse de los intentos de apareamiento. La llamada recompensa sexual (estímulos con valor hedónico positivo asociados con el cortejo y el apareamiento) puede actuar como un reforzador en una variedad de contextos. De hecho, los animales pueden ser entrenados para desarrollar fetiches: preferencias fuertes y específicas por estímulos arbitrarios. Pfaus y sus colegas (2012) entrenaron ratas macho para asociar la cópula con el uso de una chaqueta de roedor. Después del entrenamiento, los machos se excitaron sexualmente al colocarse la chaqueta, e incluso mostraron una actividad sexual reducida cuando fueron expuestos a las hembras sin ropa. Çetinkaya y Domjan (2006) utilizaron un paradigma similar para entrenar a las codornices macho a montar un 'objeto de felpa'. Por tanto, cualquier estímulo tiene el potencial de estar asociado con la recompensa sexual o, a la inversa, con experiencias sexuales negativas, aunque estas últimas han recibido menos atención. El aprendizaje asociativo puede, por tanto, asignar un fuerte valor hedónico positivo o negativo a señales arbitrarias.